viernes, 4 de noviembre de 2016

Partido Comunista Argentino


Para ser dichoso hay que tener, por ejemplo, la suerte de nacer en Córdoba y quedarse a vivir allí para siempre. La dichosa suerte de transitar la juventud durante los años sesenta, de protagonizar el Cordobazo siendo estudiante de la Facultad de Derecho y militante del Partido Comunista. La suerte dichosa de quien aprovecha esos vientos inmejorables para impulsarse con devoción a los mares gemelos de la música y el periodismo, con destino de amor, casamiento y título de abogado

Pero también tormenta y naufragio. La desgracia de caer junto a sus camaradas al pozo infernal de la dictadura, de soportar los tormentos infringidos en La Perla, de sobrevivir recordando a quienes no se salvaron. Más un año preso en la cárcel de Caseros, tan sólo visitado por esa mujer que semana a semana viaja para verlo, siempre con la asistencia de las compañeras y compañeros del Partido

Salir de ahí para volver de inmediato a la lucha, a los habeas corpus interpuestos en auxilio de otros arrestos y apremios ilegales, a la defensoría legal del sindicato de prensa, a la enseñanza de la justicia como tribuna de combate al servicio de la clase trabajadora

Libre para merecer el más amplio respeto de la comunidad universitaria, política, gremial y profesional. Libre para gozar del canto y la guitarra de las peñas, reuniones y juntadas donde sus dos metros de gigantesca estatura se hacían presentes, componiendo entrañables conciertos para voz, pipa, sonrisa y canas. Libre para crear y criar tres hijos, y otras mil maravillas

Me encuentro entre quienes tuvimos la suerte, la dicha de contarnos entre las amistades del querido Luis Reinaudi, a quien seguiré recordando como lo recuerdo hasta el día de hoy, como siempre
 
La brevísima entrevista que sigue a continuación lo pinta casi de cuerpo entero. No puedo dejar de agregar la tragicómica anécdota que cuenta que encapuchado y esposado en el asiento de atrás del Falcon, sin saber quiénes ni adonde se lo llevaban, el Luis se durmió. Llegando al campo de concentración, uno de sus secuestradores lo despertó de un cachetazo en la cabeza:
 
Milico: ¿Pero cómo te vas a dormir justo ahora que te vamos a matar?
 
Luis: Y... Razón de más  
 
JBE
 
 
 
 

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