viernes, 25 de enero de 2013

Danza con lobos

Si usted sale esta noche al balcón, a la calle, o asoma la cabeza por su ventana, sentirá que es invierno y verá que hay luna llena. Adentro, muy por el contrario, se está en un tibio verano aromatizado de primaveras y reforzado con lumbres de metal y cebos en vela. Es un caso de doble personalidad.
 
 

Educando a Mauricio (3)


miércoles, 23 de enero de 2013

Educando a Mauricio (2)


               

Decálogo

 
1- El Vatayón Militante se escribe con V porque es la V de la Victoria y la V de la Vuelta. Es también la V de la Verdad, la V del Valor y la V del Voto. Es la V del Vino, la V de la Verga, la V de la Vagina y la V de la Vida.

2- El logo del Vatayón Militante es un Conejo, porque un Conejo vive a los saltos, puede ser agresivo si muestra los dientes y una belleza de peluche animal si se lo quiere bien. También, los conejos se reproducen a toda velocidad.

3- El Vatayón Militante pretende encarnar lo plural de la Patria, lo popular del Peronismo y lo mejor de todos y todas. El Vatayón Militante es PERONISTA y por añadidura, KIRCHNERISTA.

4- El Vatayón Militante invitará siempre a miembros de otras agrupaciones así como a agrupaciones que compartan ideales, a generar Realidad Efectiva Militante tanto territorial como virtual, entendiendo la participación popular como el único medio posible para realizar política, plantearla, pensarla, dudarla, planearla estratégicamente y finalmente, ejecutarla. El resultado de cada acción, sólo puede ser otra acción.

5- El Vatayón Militante tendrá un marcado acento cultural, entendiendo a la cultura como un hecho nacional y popular en tanto sucio, relegado, excluído y de base. La cultura dentro del Vatayón Militante pretenderá ser el suelo del barrio y la anécdota del piberío, la formación básica para morder la calle y procrear ideas e ideales permanentemente.

6- El Vatayón Militante no invitará bajo ninguna circunstancia a promulgar certezas, sino que buscará por todos los medios todas las preguntas que no tienen respuesta, y esas preguntas intentarán ser resueltas con el corazón y el cerebro. El Vatayón Militante es una idea, y debe ser alimentado con más ideas y estas llevadas a cabo.

7- El Vatayón Militante pretende (tanto como muchísimas otras agrupaciones y bajo ningún concepto arrogándose ningún otro título) darle un marco por fuera de las estructuras a la Candidatura de Cristina Fernández de Kirchner, y luego de Octubre continuar apoyando al modelo de pie, sea donde sea y en cualquier escenario.

8- El Vatayón Militante se conformará en comisiones de acción, a medida que cada evento se realice y en base a la disponibilidad de cada integrante. Nadie estará supeditado a absolutamente nada más que a cumplir con lo acordado en las instancias previas a lo que se haga, más allá de las labores militantes personales y particulares que cada uno quiera realizar.

9- El Vatayón Militante se refundará cada mes, cada semana, cada día, con alegría, con amor, con política, con seriedad, con risas, y con todo aquel o aquella que quiera sumar al Proyecto.

10- El Vatayón Militante será felicidad o no será nada.
 

martes, 22 de enero de 2013

Sandy


Nació en Londres durante la primavera de 1947, y tuvo en destino la dicha de vivir cantando y una fecha marcada para morir muy joven. Como solista e integrante de la banda Fairport Convention, Sandy Denny forma parte de la generación de artistas que entre los años 60 y 70 crearon con su música una maravilla humana fundamental del proceso revolucionario mundial contemporáneo, abriendo en la historia una fuente inagotable de poderes mágicos que continuarán inspirándonos por los tiempos de los tiempos. Al cabo de la eternidad llegaremos alguna vez hasta la última estrella, ese lugar invisible y soñado donde por fin todos nos encontraremos de nuevo. Para entonces ella seguirá cantando, igual que aquí, ahora y siempre:
 
 

lunes, 21 de enero de 2013

Un viaje inteligente

por Patricio Echegaray


Son varias las repercusiones que la visita de Cristina Fernández a Vietnam ha generado, sobre todo en los medios opositores, que no dejaron pasar la oportunidad para criticar dicha iniciativa y montar una repugnante cobertura político-mediática que busca desmerecer la importancia de Vietnam como país con el cual establecer importantes relaciones político-económicas.

No está de más recordar que en la lucha por su independencia, el pueblo vietnamita derrotó en un periodo de cincuenta años los ataques imperialistas de Japón, Francia y Estados Unidos, brindando al mundo un ejemplo de valentía y patriotismo que tras la rendición norteamericana hubo de prolongarse, para emprender la dura reconstrucción política, social y económica de un territorio que había quedado devastado por los bombardeos de agentes químicos.

Vietnam cuenta hoy con cerca de 90 millones de habitantes distribuidos en una superficie apenas más grande que la de Italia. La tasa promedio de crecimiento de su PIB en los últimos veinte años ronda el 8 por ciento. Si observamos además que sus exportaciones oscilan en torno de los 65.000 millones de dólares anuales y que en el 2008 las inversiones externas ascendieron a 64.000 millones de dólares, podemos entender por qué viene transformándose en una economía de creciente importancia en la región. A pesar de que la invasión estadounidense destruyó su agricultura, Vietnam es el segundo exportador mundial de arroz, y ha logrado reducir al 10% la pobreza que en 1986 afectaba al 75% de su población.

Este es el país que se visita y con el cual se buscan estrechar vínculos políticos y económicos. Queda claro entonces que lo que realmente molesta a sus críticos es el sesgo político que la misma puede reflejar, como quedó de manifiesto en el reciente editorial publicado por Eduardo Van Der Kooy en Clarín, cuyo tono y contenido no dejan lugar a dudas sobre cuál es el centro de las preocupaciones del establishment.  Dice el editorialista:
 
“Hace rato que Cristina Fernández dejó de soñar con Ángela Merkel. La primera ministra de Alemania era el espejo en el cual deseaba reflejarse siempre la Presidenta apenas heredó en el 2007 el trono de su marido, Néstor Kirchner. […]La Presidenta acaba de iniciar el año de política exterior con una gira por los Emiratos Árabes, Indonesia y Vietnam. Existió un paso previo por La Habana, aunque fue forzado: allí convalece Chávez de un delicadísimo cuadro de salud […] En Vietnam, prefirió eludir la actualidad y recordó a Ho Chi Minh, el líder que doblegó en 1975 la invasión estadounidense y forjó la unidad de ese territorio.
  El relato cristinista habla de la necesidad de explorar nuevos mercados. De países emergentes. Nada, en principio, que objetar más allá de las dificultades objetivas de complementación entre esas economías y la Argentina.    
  Aunque aquella descripción oficial podría estar tapando un significado más amplio de la gira emprendida, donde los intereses económicos podrían estar ligados también a un viraje político.
  El Gobierno estaría intentado ayudar a la articulación de un bloque donde pudieran converger países latinoamericanos (Venezuela, Ecuador, la Argentina, quizás Brasil, Cuba) con algunos asiáticos y las principales naciones africanas. Una alternativa compleja frente a la crisis de la Unión Europea y la indiferente relación que caracteriza a Buenos Aires con Washington. Una rémora de aquella tercera posición que en estas latitudes supo enarbolar en los años 70 Juan Perón”.



No es la primera vez que lo decimos, pero vamos a insistir en que, más allá de las insuficiencias y los errores ficticios o reales del gobierno, el asunto que de sobremanera preocupa a los grandes medios, a la oposición en general y al poder real en Argentina, no es otro que el de las relaciones internacionales, el haber roto con las relaciones carnales mantenidas por Menem durante los años de subordinación a la políticas neoliberales. Esta ruptura fue uno de los pasos más trascendentes dados por el gobierno, y por ello la derecha vernácula no pierde ocasión de aullar a la luna denunciando que “el gobierno nos ha aislado del mundo”, cuando en realidad lo que ha hecho es ubicar a nuestro país en el espacio de relaciones internacionales en que debe estar, con la mirada puesta fundamentalmente en América Latina.
 
Esta posición se vincula con la búsqueda de relaciones políticas y económicas con toda una serie de naciones de África y Asia, algo que viene impulsando desde hace mucho Cuba, y más recientemente también Venezuela y Brasil. Estas relaciones pueden ser útiles tanto para ampliar las capacidades de colocación de productos argentinos como para enfrentar la crisis energética que nos afecta, y es completamente acertado e inteligente por parte del gobierno fortalecer las relaciones políticas y económicas de la Argentina mediante estos vínculos.

Sin embargo, Van Der Kooy se inquieta con razón cuando entrevé el proceso de construcción de un nuevo polo político mundial independiente de la hegemonía norteamericana, por cierto muy deteriorada y significativamente reducida a su poderío militar y la debacle europea.

Es evidente que la Argentina debe hacer esfuerzos para ubicarse política y económicamente en los nuevos espacios que surgen de la despolarización producida por la crisis capitalista mundial, y que debe hacerlo afirmada sobre la base de América Latina y el Caribe, su lugar natural.

Merece un comentario especial el aspecto histórico-cultural tan positivo que ha significado para el país la presencia de la presidenta en Vietnam y el programa realizado tanto en Hanói como en ciudad Ho Chi Minh, incluida su visita a los túneles de Cu Chi. La comparación de Ho Chi Minh con San Martín en su condición de “Padres de la Patria” es un acierto que enriquece el carácter internacionalista de nuestro principal héroe nacional y nos acerca a una de las figuras más trascendentes del siglo XX, al conductor de ese pueblo que, como resaltábamos, consiguió derrotar a tres potencias imperialistas (Japón, Francia y Estados Unidos) gesta que constituye un ejemplo inspirador para todos aquellos países que como Argentina deben transitar por el camino hacia su segunda y definitiva independencia.

La visita implica además un gesto de revalorización de la noble tradición de la izquierda y de amplios sectores populares de nuestro país que durante la guerra protagonizaron una conmovedora campaña de ayuda al pueblo vietnamita, canalizada por un movimiento que merece ser recordado como fue el SAP, la Solidaridad Argentina con Vietnam. Y no debemos olvidar a los militantes que dieron vida a este movimiento y lograron recaudar millones de pesos que luego se transformaron en Quinina, medicamento crucial que llegó a Vietnam a través de la Cruz Roja Internacional y sirviera para salvar a miles de combatientes.

Son varios los motivos por los cuales la derecha nacional e internacional mira con recelo este viaje de la presidenta. Empezar por Cuba y concluir en Vietnam es un gesto de inteligencia y audacia política que no puede pasar desapercibido para nadie.

Tatú



Había un compañero, Noé, que le decían «el siete vidas». Cuando el hombre se acerca al FMLN lo agarra la Policía de Hacienda y lo fusilan. Las balas lo traspasaron. Le aflojaron los mocos, como decimos. Después lo fueron a botar y de remate le pasaron con un camión por encima. Unas monjas lo recogieron por la mañana todo inflamado. Ellas lo curaron, y cuando estaba bueno se marchó para la montaña. El día que Noé llega a Guazapa nos cae encima un operativo del Ejército. Lo guardan en un tatú, escondido con los enfermos y los heridos. Los «tatú» eran unos refugios antiaéreos cavados en la montaña que habíamos aprendido a hacer en Vietnam. Les dejaron agua y comida para que no se movieran del lugar. Cuando más tarde escuchó la balacera en los alrededores se desesperó, se salió del hoyo y se fue a meter en el monte. Cuando regresó se encontró con que todos los que se hallaban en el hoyo estaban muertos. El Ejército había dado con el escondite y los habían asesinado a todos”.
 
(Del libro Canción a una bala, recuerdos de la Revolución Salvadoreña)
 
 

Educando a Mauricio (1)



domingo, 20 de enero de 2013

Culitos rotos


 
Bue, pero en la semana se pasa. Lo jodido debe ser después de que te culean veinte años seguidos... Durante los cuales te meten 4 copas libertadores, 2 del mundo, etc. Están los puntos, el ano contranatura. Es de por vida, ojo. Pero al margen de este bochorno que pone morado a cualquiera, qué gran jugador es Mora.

Cine militante (segunda parte)

 
 
Oscar Cuervo dice: “Las objeciones que se le hacen a Argo respecto de que los revolucionarios iraníes no fueron así o que en la realidad histórica el salvataje de los norteamericanos fue encarado de una manera distinta a la que se muestra en la película no van al fondo de la cuestión. Tampoco es decisiva la mayor o menor simpatía que nos despierte la revolución iraní o la política norteamericana en medio oriente para pensar en la justificación de Argo. Buscar una supuesta corrección histórico-política en la forma de filmar una revolución es totalmente irrelevante. Luego: hay miradas verdaderas y miradas falsas sobre el mundo. Pero: su verdad y su falsedad no se dirimen en términos de corrección historiográfica o justicia política”.
 
Primero: ¿Cuál es el fondo de la cuestión? Segundo: Si los revolucionarios iraníes no fueron como los pinta le película, estamos ante una descripción falsa, distorsionada o equivocada. La calidad cinematográfica de la misma, sus logros narrativos, visuales, sonoros, actorales, etc, no están condicionados por eso. Nos puede gustar, emocionar, hacer reír, etc, o no, y en cualquiera de los casos habremos accedido a una versión falsa, distorsionada o equivocada de cómo fueron los revolucionarios iraníes, cosa que en términos de nuestro conocimiento no sería una cuestión irrelevante. Mi interpretación de las sospechas acerca de los responsables del atentado a la AMIA no dependen de la película, pero ésta puede incidir en esa interpretación y por consiguiente en mi opinión y mi conducta.

Prosigamos:

“Sokurov adopta en El arca rusa una posición claramente anti-revolucionaria. ¿Hubiera sido preferible que esta película dejara mejor parados a los revolucionarios rusos (que quedan replegados en un fuera de campo inapelable) o que el punto de vista no quedara tan fijado a la suerte corrida por la princesa Anastasia y sus padres, el zar y la zarina? La pregunta carece de sentido. ¿Tendría que haber tenido Sokurov una mirada más equilibrada, sopesando los aportes positivos de la revolución o la injusticia social del régimen zarista? No creo que se llegue muy lejos por ese lado: si necesitamos tomar una resolución sobre los zares o sobre los soviets, no nos hace falta el cine para eso. Y sin embargo, el cine es un órgano imprescindible para la experiencia contemporánea del mundo”.

Si el cine es eso, con más razón todavía podemos afirmar entonces que la verdad o falsedad sobre los hechos y protagonistas que retrata no es un asunto irrelevante. El francotirador y Apocalipsis Now son dos películas geniales que no dejan muy bien parados a los revolucionarios vietnamitas. La posibilidad de discernir ambos aspectos es no más que una posibilidad, la posibilidad de que miles de millones de personas accedan,  antes o después de verlas, a otras versiones acerca de cómo fueron los revolucionarios vietnamitas. Difícil, no imposible.

Dice Oscar: El arca rusa aporta una mirada singular e insustituible, abre el mundo desde una perspectiva no más ni menos correcta, sino desde una perspectiva única. Sokurov despliega una cadena de significados en relación al tiempo y a los tiempos (el tiempo cronológico, la historia universal, la temporalidad del relato, la temporalidad puesta en juego en la música, en la danza, la pintura, la escultura, en el relato evangélico, el tiempo del habitar y el de recorrer un museo, el tiempo de las despedidas, el de la muerte propia y el del sueño, el tiempo de la proyección y de la expectación cinematográficas) que no acaecerían si el director no hubiera adoptado esta posición y no hubiera filmado esta película. Mientras que nuestras opiniones sobre la monarquía, el comunismo o el capitalismo transitan por surcos ya trillados, El arca rusa abre una perspectiva inédita”.

La mirada de Sokurov sobre el mundo y la revolución rusa bien puede ser singular e insustituible y su perspectiva única. Puede ser todo eso a la vez, y a la vez ser más o menos fiel al verdadero contexto que describe y dentro del cual inscribe su historia. La pintura de los revolucionarios rusos puede ser bellísima y a la vez estar mandando cualquiera. Un peliculón bien puede estar mandando fruta, tal es el caso de El francotirador y de Apocalipsis Now. La historia de la cinematografía debe estar llena de peliculones en donde los comunistas rusos no quedan por cierto muy bien parados. Saquemos la palabra “rusos”: esa historia está llena de peliculones anticomunistas. Para ser justos, hay que decir también que la historia del cine está rellena de películas anticomunistas más modestas. La lista de bazofia anticomunista es casi infinita.

Luego resulta que mientras nuestras opiniones sobre la monarquía, el comunismo y el capitalismo transitan por surcos ya trillados, el bueno de Sokurov nos abre una perspectiva inédita de la revolución rusa, para lo cual “adopta” una posición claramente anti-revolucionaria. ¿Pero acaso no es ésta una posición igualmente trillada?

Podemos decir así: desde una opción, posición u opinión trillada, trilladísima, Sokurov nos abre una perspectiva inédita sobre la revolución soviética. Puede ser, no he tenido el gusto de verla. Ojalá que así sea.

Tengo suficientes razones para sospechar que la producción de Argo ha “optado” por repetir una posición trillada sobre la revolución iraní como el contexto para contarnos un hecho histórico de relevante gravedad. Como el gobierno de los Estados Unidos está desde antaño dedicado a joder a los iraníes, y con bríos renovados en los últimos años, sospecho que el objetivo esencial de Argo es generar en la opinión pública norteamericana y mundial un estado de antipatía hacia los gobernantes iraníes, y un estado si no favorable cuando menos apático ante una próxima invasión de la OTAN sobre Irán.  

Como prueba de todo lo dicho: Volver al futuro es para mí la mejor película de la historia del cine, y no debo ser el único que piensa lo mismo. Dicen por ejemplo que fue la película favorita de Ronald Reagan. Aunque se puede concordar o no conmigo y con Ronald, nadie  se atrevería a discutirnos que Volver al futuro es un peliculón maestro.  Y sin embargo: ¿Ustedes recuerdan a quién le roba el Doc el combustible nuclear para el DeLorean? ¿Recuerdan la combi, los morochos árabes y el lanzamisiles RPG7? ¿Recuerdan quién ametralla a Emmett Brown? Adivinen. Una ayudita de su servidor: K

Encima de todo, por lo que cuenta el Cuervo, sospecho que la película de Affleck es una cagada. Oscar se pregunta: “¿Cómo es que Argo goza de un consenso tan amplio, cómo es que algunos especialistas protestaron porque la Academia no distinguió el "gran" trabajo de Affleck con una nominación como director? ¿Cómo puede ser que algunos levanten la bandera del clasicismo ante lo que es producto de la pura rutina y obediencia rasa a los procedimientos genéricos? Probablemente porque los críticos obligados a cubrir los estrenos semanales están todo el año expuestos a productos incluso peores que Argo, porque se sienten maltratados en sus empleos o porque se resignaron a creer que el cine...”.

¿No será, Cuervo, que han de estar entongados de alguna forma más o menos discreta con el negociete? ¿O acaso el antikirchnerismo local (ese que combatimos cada quien desde su espacio) no es parte de una campaña mundial contra los gobiernos que desafían al imperialismo y las derechas propias y ajenas?

Solución de la adivinanza:
 
 
 

sábado, 19 de enero de 2013

Cine militante

 
Todavía no he visto Argo, esa película de Ben Affleck de la que tanto y tan bien se habla, y que además de varias nominaciones al Oscar acaba de alzarse con un par de Globos de Oro. ¿De qué trata?

Según parece, todo comienza con la manifestación de estudiantes iraníes que el 4 de noviembre de 1979 rodearon la Embajada de Estados Unidos en Teherán para protestar contra la negativa del gobierno norteamericano de extraditar al recientemente derrocado dictador de Irán, más conocido como “el Sha”, para juzgarlo por sus varios crímenes. Dicha protesta culminó con la captura de 66 personas que se encontraban en el edificio, las cuales fueron mantenidas en calidad de rehenes durante más de un año hasta ser liberadas en su totalidad. Otras seis personas que también se hallaban aquel día en la Embajada, aprovecharon la revuelta para escaparse y esconderse en casa de un diplomático canadiense. Aquí entra el personaje de Affleck, un agente de la CIA experto en documentaciones falsas a quien se le ocurre sacar a este grupo montando la farsa de que todos forman parte de una producción cinematográfica canadiense interesada en filmar una película de ciencia ficción llamada “Argo”.

En el blog La Otra se publica hoy una nota de Oscar Cuervo en la que se analiza la forma de abordar la crítica de Argo:

Antes que nada: no hay formas correctas y formas incorrectas de tratar cinematográficamente un tema: digamos, la revolución iraní, el modus operandi de la CIA o el mundo islámico. Las objeciones que se le hacen a Argo respecto de que los revolucionarios iraníes no fueron así o que en la realidad histórica el salvataje de los norteamericanos fue encarado de una manera distinta a la que se muestra en la película no van al fondo de la cuestión. Tampoco es decisiva la mayor o menor simpatía que nos despierte la revolución iraní o la política norteamericana en medio oriente para pensar en la justificación de Argo. Buscar una supuesta corrección histórico-política en la forma de filmar una revolución es totalmente irrelevante.
Luego: hay miradas verdaderas y miradas falsas sobre el mundo.
Pero: su verdad y su falsedad no se dirimen en términos de corrección historiográfica o justicia política.
Ni siquiera es relevante medir la corrección del tratamiento cinematográfico de un asunto en términos éticos. La manera en que Lanzmann trata el nazismo en Shoah no es ni más ni menos correcta que la que adopta Tarantino en Inglorious bastards, a pesar de todo cuanto ha hecho Lanzmann para intimidarnos al respecto.
Digamos: Sokurov adopta en El arca rusa una posición claramente anti-revolucionaria. ¿Hubiera sido preferible que esta película dejara mejor parados a los revolucionarios rusos (que quedan replegados en un fuera de campo inapelable) o que el punto de vista no quedara tan fijado a la suerte corrida por la princesa Anastasia y sus padres, el zar y la zarina? La pregunta carece de sentido. ¿Tendría que haber tenido Sokurov una mirada más equilibrada, sopesando los aportes positivos de la revolución o la injusticia social del régimen zarista? No creo que se llegue muy lejos por ese lado: si necesitamos tomar una resolución sobre los zares o sobre los soviets, no nos hace falta el cine para eso.
Y sin embargo, el cine es un órgano imprescindible para la experiencia contemporánea del mundo. El arca rusa aporta una mirada singular e insustituible, abre el mundo desde una perspectiva no más ni menos correcta, sino desde una perspectiva única. Sokurov despliega una cadena de significados en relación al tiempo y a los tiempos (el tiempo cronológico, la historia universal, la temporalidad del relato, la temporalidad puesta en juego en la música, en la danza, la pintura, la escultura, en el relato evangélico, el tiempo del habitar y el de recorrer un museo, el tiempo de las despedidas, el de la muerte propia y el del sueño, el tiempo de la proyección y de la expectación cinematográficas) que no acaecerían si el director no hubiera adoptado esta posición y no hubiera filmado esta película. Mientras que nuestras opiniones sobre la monarquía, el comunismo o el capitalismo transitan por surcos ya trillados, El arca rusa abre una perspectiva inédita.
Llegados a este punto, quiero decir que Argo practica un convencionalismo genérico desesperante: no hay en la película de Ben Affleck un solo planteo narrativo, una resolución dramática, ninguna caracterización de personajes, ningún ritmo o enfoque de la mirada que no se atenga a una retórica gastada. Argo habla una lengua muerta. La textura visual, que en su fotografía, su vestuario y ambientación, incluso en la fisonomía de los personajes remite inmediatamente a la memoria del cine setentista (es decir: del cine pre-digital), solo se funda en una conciencia reactiva y culposa del mainstream hollywoodense. Affleck finge hacer un cine adulto en reacción a la puerlidad del Hollywood actual. Pero su reacción es tan pueril como el cine que pretende esquivar.
No es reprochable que los partidarios del Ayatollah parezcan tan tontos: tonta es la mirada que echa Affleck sobre el mundo que pone en escena. Es estúpido el sentimentalismo con que el grupo de diplomáticos norteamericanos afronta su peripecia. Y la vuelta del agente encarnado por Affleck al ámbito de su resguardo familiar, al final, es también estúpida. Los norteamericanos no quedan mejor pintados que los iraníes en Argo. Todo es igualmente banal. Y todo es así porque la película queda atrapada en el reino de la técnica. Los que la pretenden reivindicar diciendo que no hay que juzgarla políticamente porque se trata de un thriller no hacen sino confesar la módica posibilidad que Affleck se (nos) permite: que repasemos el manual de estilo de las películas de salvataje, que reconozcamos en un juego de plano y contraplano en el momento en el que los personajes tienen que pasar un control en el aeropuerto, en el peinado de una actriz, en el marco de los anteojos de un actor, en la duración de un plano detalle  o en la impostada vacilación de la cámara en mano todas nuestras nociones sobre las películas de salvataje, para constatar que todo está ahí en orden. Que simulemos sentir miedo ante la mirada torva o la sonoridad dura del idioma de los iraníes y que nos sintamos reconfortados cuando Affleck vuelve a su casita y se permite el aflojamiento de la ternura familiarista.
¿Y entonces? ¿Cómo es que Argo goza de un consenso tan amplio, cómo es que algunos especialistas protestaron porque la Academia no distinguió el "gran" trabajo de Affleck con una nominación como director? ¿Cómo puede ser que algunos levanten la bandera del clasicismo ante lo que es producto de la pura rutina y obediencia rasa a los procedimientos genéricos?
Probablemente porque los críticos obligados a cubrir los estrenos semanales están todo el año expuestos a productos incluso peores que Argo, porque se sienten maltratados en sus empleos o porque se resignaron a creer que el cine que los jueves se estrena en las salas multipantallas es todo el cine. Por algo o por todo eso es que ya se olvidaron de preguntarse para qué iban al cine.
 
 

Para dar mi propia opinión de Argo primero tengo que verla, aunque ya me doy una idea bastante aproximada, me temo, de sus cualidades y cometidos. Mientras tanto quisiera discutir aquí algunos puntos del Cuervo.


Continuará en la próxima entrada.

viernes, 18 de enero de 2013

Mecánica popular


Se conoce como correa de transmisión revolucionaria a un tipo de acción política basado en la unión de dos o más personas sujetas a un movimiento popular por medio de una cinta presidencial o correa continua que abraza a los corazones y mediante fuerzas de fricción les suministra energía desde la rueda motriz.



Los muchachós peronistas



jueves, 17 de enero de 2013

Hermosa con muñeca


 

Pa los colegas de Clarín en aguante

 
 
 
Vea patrón
(milonga)
 
Patrón, esa sombra que tirita tras sus reses
huella y harapos, comiendo a veces
patrón, por sus intereses
ahí va su peón
 
Patrón, esa sombra que levanta sus galpones
sudor trenzado con otros peones
patrón, por sus ambiciones
ahí va su peón
 
Patrón, esa sombra carne al sol que le rotura
con sueldo enano, su tierra oscura
patrón, y que usté disfruta
ahí va su peón
 
Patrón, esa sombra, como un nuevo Cristo que anda
piedra en el pecho, cruz en la espalda
patrón, y tosiendo rabia
ahí va su peón
 
Patrón, una sombra y otra sombra hacen tormenta
y el vendaval no tiene riendas
patrón, no hay quien lo detenga
ahí va su peón
 
Patrón, si esa sombra en luz estalla y ve que avanza
como una aurora, en su garganta
patrón, se le vuelve daga
ése es su peón
 
Zitarrosa
 
 


Comentario en el facebook de Página 12



Para Eduardo Febbro:
 
 
¿Podrías aportar algún material de prueba para la primera afirmación? En cuanto a la segunda, pudiera ser que “un italiano” fue en realidad un francés (Pierre Camatte) o quizás “una italiana” (Rosella Urru) aunque lo grave no sería tanto la indolente imprecisión o el error como la conexión semántica según la cual esta gente habría sido víctima de las perrerías del –por consiguiente–  bien derrocado y muy justamente linchado Khadafi.

No me sorprende, pues conozco tu posición, la de O’Donnell y la del medio, que, mientras aplauden nuestras reivindicaciones sobre Malvinas, son cómplices –junto a Clarín– de las campañas desinformativas montadas por el mismo invasor para sus mismos planes imperiales, dirigidas a demonizar a los gobernantes de los países invadidos y neutralizar la indignación de esa creciente parte de la opinión pública mundial cada vez más harta y enterada de sus mentiras, sus guerras y sus crímenes.