sábado, 30 de agosto de 2014

Viviendo en el pasado




En mi próxima vida volveré a nacer en el mes de abril, pero veinte años antes, en una isla y bajo el signo de Tauro. Entonces llevo el nombre de Glenn Cornick y la misma inclinación hacia la música, con la gran diferencia que en esta ocasión aprovecho para dedicarme de lleno a tocar el bajo. Para 1968, por cuando mi otro yo anda recién estrenando su llegada al mundo, en pleno verano del amor y el flower power, fundo junto a otros compadres una banda de rock folklórico con mucha influencia del blues y por momentos pe-sa-dí-si-ma. Nuestro líder es un escocés bastante talentoso, quien además de cantar y tocar muy bien la guitarra, le hace también a la flauta traversa. Con ellos grabo los tres primeros discos del grupo, hasta que decido separarme. Al momento de mi partida sale a la venta un álbum recopilatorio titulado “Viviendo en el pasado”, igual que cierta canción cuya intro (un riff en el bajo ejecutado por muá) se convertirá con el tiempo en el distintivo sonoro del conjunto alrededor del mundo. Basta agregar conque luego pienso vivir muchos años más, amar a Brigitte, tener hijos con ella, y por fin morirme una tarde como la de ayer, cerca de la playa, en Hawai. ¿Qué Tull?

Feliz y sonriendo
camino largas distancias para beber de tu agua
vos sabés cuánto adoraba amarte
y que por encima tuyo no hay nadie
 
Mientras los demás marchen por los desastres de la guerra
nosotros saldremos a pasar
Oh no, no es que vayamos a rendirnos
vamos a vivir en el pasado

Antes yo me les unía
todos ahí eran amigos míos
ahora sigue habiendo una revolución, pero no saben
que están luchando por ella

Cerremos los ojos
sus vidas van demasiado a prisa
pero no vamos a darnos por vencido
vamos a seguir viviendo en el pasado

Vayámonos nena
vámonos a vivir en el pasado



El de vincha

viernes, 29 de agosto de 2014

Predicador de Judas




El viejo está sentado allí con la cabeza gacha
mirando a su alrededor de tanto en tanto
sus ojos reflejan la memoria dolorosa de los años pasados
el no poder recuperar los sueños nostálgicos
que ya nunca volverá a ver

Con las manos temblorosas se seca una lágrima
muchas caen como la lluvia, una por cada año
y su vida, la vida que trae la muerte
se ordena muy claramente
cerca del final
esa vida a la que una vez se aferró con todas sus fuerzas
ahora le permite irse

Así que al pasar delante suyo
mirá un poco más de cerca
y pensá que él es nuestro mañana
tal como nosotros somos su ayer

Una tumba solitaria y olvidada
sólo el viento y las hojas se lamentan de su canción triste
y continúan gritando
para cualquiera que se acerque
el nombre y el epitafio
de la persona que se halla ahí recostada
alguien cualquiera como vos

Glenn Tipton 
(1974)


martes, 26 de agosto de 2014

Sucedió aquí a la vuelta




En ese juego todo tenía que andar rápido. Cuando el Número Uno decidió que había que liquidar a Romero y que el Número Tres se encargaría del trabajo, Beltrán recibió la información pocos minutos más tarde. Tranquilo pero sin perder un instante, salió del café de Corrientes y Libertad y se metió en un taxi. Mientras se bañaba en su departamento, escuchando el noticioso, se acordó de que había visto por última vez a Romero en San Isidro, un día de mala suerte en las carreras. En ese entonces Romero era un tal Romero, y él un tal Beltrán; buenos amigos antes de que la vida los metiera por caminos tan distintos. Sonrió casi sin ganas, pensando en la cara que pondría Romero al encontrárselo de nuevo, pero la cara de Romero no tenía ninguna importancia y en cambio había que pensar despacio en la cuestión del café, y del auto. Era curioso que al Número Uno se le hubiera ocurrido hacer matar a Romero en el café de Cochabamba y Piedras, y a esa hora; quizá, si había que creer en ciertas informaciones, el Número Uno ya estaba un poco viejo. De todos modos, la torpeza de la orden le daba una ventaja: podía sacar el auto del garaje, estacionarlo con el motor en marcha por el lado de Cochabamba, y quedarse esperando a que Romero llegara como siempre a encontrarse con los amigos a eso de las siete de la tarde. Si todo salía bien evitaría que Romero entrase en el café, y al mismo tiempo que los del café vieran o sospecharan su intervención. Era cosa de suerte y de cálculo, un simple gesto (que Romero no dejaría de ver, porque era un lince), y saber meterse en el tráfico y pegar la vuelta a toda máquina. Si los dos hacían las cosas como era debido -y Beltrán estaba tan seguro de Romero como de él mismo- todo quedaría despachado en un momento. Volvió a sonreír pensando en la cara del Número Uno cuando más tarde, bastante más tarde, lo llamara desde algún teléfono público para informarle de lo sucedido.
Vistiéndose despacio, acabó el atado de cigarrillos y se miró un momento al espejo. Después sacó otro atado del cajón, y antes de apagar las luces comprobó que todo estaba en orden. Los gallegos del garaje le tenían el Ford como una seda. Bajó por Chacabuco, despacio, y a las siete menos diez se estacionó a unos metros de la puerta del café, después de dar dos vueltas a la manzana esperando que un camión de reparto le dejara el sitio. Desde donde estaba era imposible que los del café lo vieran. De cuando en cuando apretaba un poco el acelerador para mantener el motor caliente; no quería fumar, pero sentía la boca seca y le daba rabia.
A las siete menos cinco vio venir a Romero por la vereda de enfrente; lo reconoció enseguida por el chambergo gris y el saco cruzado. Con una ojeada a la vitrina del café, calculó lo que tardaría en cruzar la calle y llegar hasta ahí. Pero a Romero no podía pasarle nada a tanta distancia del café, era preferible dejarlo que cruzara la calle y subiera a la vereda. Exactamente en ese momento, Beltrán puso el coche en marcha y sacó el brazo por la ventanilla. Tal como había previsto, Romero lo vio y se detuvo sorprendido.
La primera bala le dio entre los ojos, después Beltrán tiró al montón que se derrumbaba. El Ford salió en diagonal, adelantándose limpio a un tranvía, y dio la vuelta por Tacuarí. Manejando sin apuro, el Número Tres pensó que la última visión de Romero había sido la de un tal Beltrán, un amigo del hipódromo en otros tiempos.               
 
Julio Florencio Cortázar Descotte
"Los amigos"
(1976)
 
¿Romero? ¿Beltrán? Cortázar
Foto del brevísimo cameo suyo en la película Blow Up
tomada con celu anoche durante la proyección por TV Pública
 
 

lunes, 25 de agosto de 2014

Vida para los días de una canción





Fui muy enamoradizo en la primaria. Vivíamos en Arribeños y Congreso. Por Congreso subía el frío del río en invierno. Nuestra familia era bastante humilde, entonces siempre había oportunidad de cagarse de frío bañándose con la serpentina de alcohol de quemar.  "¿Y el alcohol? ¡Se apagó!" Yo me rehusaba al delantal almidonado porque me lastimaba el borde del cuello. Y encima peinado a la gomina. Era una tortura. "Sarmiento y la madre que te parió, por qué inventaste la escuela...". Estaba cabrón con cosas que me parecían injustas. Pero bueno, ahora pienso que es con educación que las cosas van a mejorar.

Luis Alberto Spinetta Ramírez
(2008)
Crecer correr
silbándome burbujas
volar de pie
mis alas gnomos
noche lluvia
vivir
mis alas árbol
quizás tiempo
cante piel
manos
cosas blancas
pan y arroz
nariz
pelos locos
calla a las guirnaldas
sal vibrando
liviano nombre
guitarra luz
detrás ramas
al aire fin
corazón verdad
cuiden siempre
se adormece igual
calla
desprende las guirnaldas
 
JBE
(2014)

Obra del muralista Lumpenbola
Diagonal 73 e/ 19 y 20 La Plata
 

 
 

Partido Comunista de Ferguson, Missouri




Todo lo que ve
lo quiere
todo lo que quiere
lo consigue

Esa es mi hija en el agua
todo lo que es suyo se lo compré yo
todo lo que tiene

Así es mi hija en el agua
todo lo que sabe se lo enseñé yo
todo lo que sabe

Todo lo que digo
se lo toma a pecho
y todo lo que toma
lo desarma

Así es mi hija en el agua
cada vez que se cae la agarro
cada vez que se cae
 
Esa es mi hija en el agua
cada vez que discutí con ella perdí
siempre perdí

Cada vez que parpadea
enceguece a alguien
cada cosa que piensa
le vuela la cabecita

Esa es mi hija en el agua
quién lo hubiera pensado
 
Así es mi hija en el agua
cada vez que discutí con ella perdí
sí, siempre perdí

Loudon Wainwright III
(2007)

domingo, 17 de agosto de 2014

Partido Comunista de Dallas, Texas




Y así comienza la tarea
que durante tanto tiempo
temí empezar
yo esperando al sol
para recordarle a mi cuerpo
que necesita un descanso

Ahora debo aprender a vivir sin vos
de algún modo tengo que aprender
a dar de mí sólo una parte

Acampando en las afueras de tu ciudad
te espero
con la esperanza de que tal vez algún día
puedas ver más allá de vos misma
en las sombras de las nubes
duras pero irreales
como los barrotes que te encierran dentro tuyo
 
Ahora debo aprender a vivir sin vos
del mismo modo en que nunca
voy a poder aprender a dar sólo una parte
 
Todas estas jaulas desaparecerán
servirán sólo para proteger nuestra inocencia
actores y escenarios
se derrumban ante la verdad
y el amor que compartimos
continúa creciendo

Stephen Stills
(1968)

jueves, 14 de agosto de 2014

Alejandra

The Thirteenth Mountain by Bruce Cockburn on Grooveshark

 
Alguien abrió para mí una noche de invierno hace mucho las dos líneas de este poema. Sigo intentando explicar desde entonces que me pasó lo mismo.

 
Alejandra Pizarnik
«Árbol de Diana»
(1962)

 
 









martes, 5 de agosto de 2014

Día del nieto

I've Got A Thing About Seeing My Grandson Grow Old (Previously Unreleased) by Cat Stevens on Grooveshark


Compré las mejores cosas del supermercado
vitaminas y nugatones
y sé exactamente para qué
he organizado mi vida como nunca antes lo había hecho
incluso voy al dentista  
pero no tengo tiempo para hablar boludeces
me voy
porque mientras mi sangre todavía está caliente y no me importe
tengo la esperanza de quedarme
porque se me puso que quiero ver envejecer a mi nieto

No puedo esperar a ver esa ciudad en la luna
con aire acondicionado, jardines y mi canción favorita sonando
ya me veo caminando por sus calles, sí
aunque sea lo último que haga
hasta me haría barrendero para llegar allí

Pero no tengo tiempo para hablar boludeces
me voy
porque mientras mi sangre todavía está caliente y no me importe
tengo la esperanza de quedarme
porque se me puso que quiero ver envejecer a mi nieto

Cat Stevens
(2000)