Cuando a mediados del 2009 se produjo en Honduras el golpe militar que derrocó al presidente Zelaya, publiqué en mi blog una breve investigación titulada “La Nueva Contra” donde recopilaba ciertos antecedentes de algunos personajes involucrados en el operativo. Todos súper agentes de la CIA repetidamente complotados en los más gravísimos crímenes. Sobra decir que hablamos de “asesinos”, pero esa carátula queda al nivel delictivo de Winona Ryder y Pata Villanueva afanando corpiños en un Carrefour, pues se trata de nazis entrenados por lo más nazi de los nazis en las mismas escuelas de contrainsurgencia donde se graduaron los grupos argentinos dados a la tarea de diezmar una generación entera de “zurditos”, la mejor. Sus trabajitos -inventar viajes a la luna, matar presidentas y presidentes, volar embajadas y rascacielos- son por lo general tan chapuceros que a menudo la buena prensa y la comunidad organizada los agarra y van a parar a una corte. Allí son defendidos por esas firmas de abogados de cinco apellidos que sacan y ponen fiscales y jueces a su antojo, siempre al servicio internacional de las empresas más grandes, del 1% de la población mundial que acapara el doble de guita que el 99% restante junto. Es decir: los dueños de la ley y de la trampa. Y de los famosos “medios”, por donde venden cualquier verdura: un viaje a la luna, la bala mágica (“single bullet theory”) que entró y salió y volvió a entrar siete veces a través del cogote, el pecho y la espalda de Kennedy y el gobernador de Texas que iba en el asiento de adelante. La chantada del siglo actual viene siendo hasta ahora el bautizado “11S”, la demolición con explosivos de las torres gemelas y el edificio 7 del WTC (abreviando) previamente colisionadas por aviones guiados a control remoto. Inolvidable el genial presentador Jon Stewart que frente a su teleaudiencia de millones de estadounidenses se-recontra-re-cagó-de-risa cuando la Casa Blanca informó que bajo los escombros habían encontrado una lámpara de Aladino rellena con los pasaportes intactos de Alí Babá, Tufí Memé y los 40 ladrones. Así, de película. Pero el capítulo final de la guerra de los mundos está ante nuestros ojos y se titula “La invasión de Rusia sobre Ucrania”, donde el héroe es un cómico ultraderechista autoproclamado presidente con el respaldo armado de un reconocido ejército irregular supremacista ario sostenido por la OTAN que lleva décadas asolando la comarca. El malo es el varias veces reelecto presidente ruso, cuyo partido tiene 350 bancas en la Duma parlamentaria de la Federación, quien además cuenta con el apoyo absoluto de la primera y casi única fuerza opositora, el Partido Comunista. El mismo reino del revés de siempre, con la particularidad que aquí nación difamada y agredida es el país más grande del mundo en todo sentido, que de ningún modo permitirá un nuevo exterminio nazi de su pueblo. A nosotros, compatriotas, nos toca como siempre el lado bueno, ni siquiera neutral. Si no fíjate eb la sección El Mundo del valiente diario Página 12 memoria de UNA JUVENTUD SECUESTRADA TORTURADA y ASESINADA POR LA OTAN. Ahí podés iluminarte con la cobertura del viaje de Putin a Corea del Norte, un país invadido por los EEUU y maltratado por la prensa de toda la vida. “Rusia anuncia ejercicios nucleares” te ponen. Una campaña que responde a la propaganda bélica del único país que ha arrojado bombas atómicas. ¿Y después el peligro son Rusia, Corea, Irak? Locura total. Totaaal. Es muy delicada la situación y el pueblo norteamericano pobrecito es demasiado idiota. Imaginate nosotras y nosotros, obvio… En fin. Esto mismo se repetía en el pasado reciente durante las revoluciones populares levantadas en Centroamérica en los años ´80, cuando al ex actor californiano Ronald Reagan y sus cowboys de la CIA (entre ellos algunos personajes que años más tarde colaborarán en el golpe de Estado en Honduras) armaron un negoción que consistió en montar una red de tráfico de armas y cocaína que sirvió para financiar y apertrechar a la Contra Nicaragüense y los demás ejércitos contrarrevolucionarios del área. Se llenaron de guita y mataron gente a lo loco, básicamente ese es el negocio, porque además en las ciudades principales de los EEUU estalló lo que se dio en llamar la Epidemia del Crack que afectó sobre todo a la comunidad afroamericana, la que más sufría la desocupación y la malaria contraída con la política económica del cowboy. Fue un escándalo total que la gran prensa encubrió hasta donde pudo, hasta que un colega de un medio chico se mandó y mandó al frente a medio mundo. Lo que hicieron para frenar la movida fue poner a los grandes medios (Página12 !!!) a la tarea de desacreditar públicamente al autor del reportaje cuestionando sus fuentes, suposiciones, conclusiones, aquello que se da en llamar “conspiranoia”. Pero todos los personajes mencionados por Gary Webb en sus notas de “Alianza Oscura” fueron yendo a juicio y acabaron condenados, salvados por un indulto menemista firmado por Míster Bush, y los que no fueron en cana acabaron en una zanja, como el piloto Barry Seal al que Tom Cruise interpreta en la peli “Sólo en América”. Ahí te muestran que no alcanzaban los armarios para esconder la guita. Cuestión que el coleguita se quedó sin laburo, su familia se resquebrajó, pero fiel a su profesión el tipo siguió investigando y declarando en los miles y miles de encuentros que la sociedad civil norteamericana organiza para juntarse y tratar de encontrar y compartir la verdad. Mi homenaje por ejemplo al Juez Napolitano, a la gente de “Justicia por el 11S”. En el 2004 Gary Webb fue encontrado muerto en su depto con el rostro destrozado a balazos. El veredicto final fue “suicidio”. PS: En aquella nota mía aparecía -cómo no- el nombre de la frutícula multinacional “Chiquita Brands” ex United Fruit, propiedad de los Bush, una de las empresas más hijas de puta del mundo, partícipe de todas las fechorías imaginables e inimaginables. Defendida en tribunales por un ex fiscal de Barack Obama. La semana pasada se confirmó su culpabilidad en el financiamiento de las bandas paramilitares “Autodefensas Unidas de Colombia”. Negro, cantáte la del mundo maravilloso, porfa