Los pueblos de América Latina y el mundo celebran este 10 de octubre del 2010 la memoria de una fecha clave en la biografía contemporánea de sus luchas: el 30 aniversario de la fundación en El Salvador del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional.
Herederas del coraje demostrado por los pipiles a la hora de resistir la conquista europea, las organizaciones reunidas en aquella jornada de 1980 sumaron sus fuerzas para encauzar juntas la defensa de la población salvadoreña, que se movilizada en reclamo de sus derechos y por tal razón era brutalmente asesinada por los escuadrones al mando de una minoría enriquecida a costa de la explotación de su trabajo.
La formación del FMLN fue el inicio de un proceso de fusión ideológica y partidaria que combinó el pensamiento y la voluntad de diversas estructuras colectivas, todas dispuestas a desafiar no sólo la tiranía local sino también al poderío norteamericano que la sostenía. Fue dicha confluencia la que permitió afrontar con éxito la gesta política, económica, militar y diplomática que significó la Guerra Popular Revolucionaria, que inspirada y educada en el ejemplo de Vietnam, Cuba, Nicaragua y otras experiencias liberadoras, supo ganarse la solidaridad internacional, y junto a ella la del Partido Comunista Argentino, que conserva labradas en las montañas de Chalatenango las huellas de su paso, con el nombre de Marcelo Feito, alias Tte. Rodolfo.
La formación del FMLN fue el inicio de un proceso de fusión ideológica y partidaria que combinó el pensamiento y la voluntad de diversas estructuras colectivas, todas dispuestas a desafiar no sólo la tiranía local sino también al poderío norteamericano que la sostenía. Fue dicha confluencia la que permitió afrontar con éxito la gesta política, económica, militar y diplomática que significó la Guerra Popular Revolucionaria, que inspirada y educada en el ejemplo de Vietnam, Cuba, Nicaragua y otras experiencias liberadoras, supo ganarse la solidaridad internacional, y junto a ella la del Partido Comunista Argentino, que conserva labradas en las montañas de Chalatenango las huellas de su paso, con el nombre de Marcelo Feito, alias Tte. Rodolfo.
En el transcurso de la guerra, la comandancia y los combatientes del FMLN debieron afrontar no pocas dificultades, entre ellas la colosal contraofensiva lanzada por el imperio tras la caída de la URSS, que aprovechó aquel doloroso desgarro de la historia para anunciar la derrota inapelable del ideario socialista y la coronación del capitalismo como reino supremo e inmortal. A través de los medios de propaganda, la humanidad entera fue invitada al velorio de las ideologías y tentada a dar su apoyo a la miserable filosofía del neoliberalismo, la cual montada sobre una tramposa noción de eficacia facultó a los gobiernos de fin de siglo a enterrar cien años de progreso social conseguido por la clase trabajadora en cada uno de sus países. De tal manera, se aceleró así la concentración de la riqueza en unas cuantos monopolios transnacionales que saquearon y se repartieron la propiedad y el negocio de las empresas estatales. Un objetivo primordial de este programa maléfico fue asfixiar a la Revolución Cubana y a todos los movimientos emancipatorios del planeta, muy en especial a uno que por su cercanía estratégica representaba un enorme dolor de cabeza, es decir el FMLN.
Pero hacia 1992 todos los planes de aniquilar a la guerrilla de El Salvador habían fracasado estrepitosamente. El Farabundo Martí era invencible, y así quedó asentado con la firma de los Acuerdos de Paz, tan inconvenientes para la industria armamentista y sus traficantes –presidentes de los EEUU entre ellos– como favorables al apaciguamiento y la democratización de una comunidad reconocida por sus costumbres serenas, su cortesía y laboriosidad. Comunidad que continuó apoyando al FMLN en la nueva tarea de convertirse en el partido político capaz de conducirla hacia su bien ganado futuro de bienestar y plenitud compartida. Vino el tiempo de asumir diputaciones y gestionar alcaldías, de confrontar y denunciar ante la opinión pública la corrupción generalizada de la derecha, de lidiar con los intentos de dividir y debilitar al partido, de sobrellevar el éxodo e incluso la traición de alguna parte de la militancia.
Como resultado de la sumatoria de los factores mencionados el Farabundo Martí se fortaleció y maduró a tal punto que en las elecciones de marzo del año pasado logró arribar a la presidencia de la República. Lugar y acontecimiento que de seguro presenta nuevos obstáculos que superar, pero que todavía seguimos festejando.
Hoy los vientos soplan nuevamente a favor de la izquierda latinoamericana. Aunque el imperio conserva y ejerce su poder dañino a ambos lados del océano, aunque sea preciso estar atentos para desbaratar próximos golpes como los producidos en Venezuela, Bolivia, Honduras y Ecuador, no cabe duda que el mismo ha perdido su impune legitimidad de ayer, algo que en buena medida se lo debemos a la acción del FMLN.
Son muchas y muchos los autores de esta hazaña. Quisiéramos saludarles y recordarles en la figura entrañable de Schafik Hándal, maestro en el arte de interpretar y amalgamar las diferentes tradiciones, concepciones y capacidades políticas indispensables para construir la herramienta que los pueblos precisan para edificar su mejor destino. Porque la querida presencia del Comandante Schafik estará por siempre en el corazón de nuestras filas, marchando codo a codo con la de Guevara, y porque en compañía de ambos seguiremos abriendo los caminos de la unidad que guíen a nuestra patria hasta el mañana victorioso.
Nuestro abrazo para Medardo González, Salvador Sánchez Cerén y José Luis Merino, en cuya conducción se sintetiza el temple heroico de todas y todos ustedes, hermanos salvadoreños.
Qué viva el FMLN y un muy feliz cumpleaños les desean los hombres y mujeres del PCA.
Buenos Aires
Octubre 2010
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