Ahora, pasado un poco el nerviosismo del momento, hago
memoria fina del saqueo de la mueblería Giovanotti, al frente de casa. A eso de la 1, se
sintió un ruido de vidrios. Me asomo y veo una F100 blanca reluciente, a la que
un canoso de mediana edad, junto con unos pibes jóvenes, cargan todo lo que
pueden con finísimos muebles infantiles del negocio. Al rato se van, con el canoso
al volante. Y tras una pausa de
unos cinco minutos, ahí sí llegan todos los otros y otras, en autos y motos de
todo tipo. No paran hasta terminar de llevarse el stock entero como a las 2 y
media.
Bueno, entero no.
Porque los de la pizzería del otro lado del nudo vial tiraron un par de
escopetazos y espantaron a los últimos que quedaban. Quedó un mueblecito
embalado, solito en la calle, pegadito al cordón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario