viernes, 27 de septiembre de 2024

BUSCANDO UN SÍMBOLO DE PAZ


En 1992 cursé Sociología. Todos los profesores habían militado su juventud política en el Partido Comunista de Córdoba. Buenos tipos, buenos profes. El programa cubría una lista de autores que al lado de Marx y Gramsci quedaban pintados junto con sus rebuscadas teorías funcionalistas que nadie entendía, ni los profes, y hasta la más enérgica defensora del flamante proceso de privatización menemista rindió sus finales dando cátedra de marxismo. Lo llamativo del caso era que el marxismo pasaba entonces por el peor momento de su corta carrera tras la disolución de la URSS y el desconche de los países vecinos que sólo gracias a su heroísmo habían sobrevivido al holocausto nazi y la llamada “Guerra Fría”, inaugurada con el bombardeo atómico de Japón y durante la cual EEUU y sus cadetes de la OTAN se esmeraron para cumplir el sueño hitleriano provocando y tomando parte declarada o no declarada en los 250 conflictos armados estallados en el mundo entre 1945 y 2001, incluidos claro está los fatídicos golpes cívico militares en nuestro país. ¿Qué tal? Curioso que en aquella sociológica Norteamérica de 1992 se publicara “El fin de la historia y el último hombre”, ensayo donde se planteaba que “la caída del muro” significaba el triunfo de las democracias liberales y el capitalismo, que la lucha entre ideologías había terminado y determinado “el fin de las guerras y las revoluciones sangrientas”, un mundo feliz donde “los hombres satisfacen sus necesidades a través de la actividad económica sin tener que arriesgar sus vidas en ese tipo de batallas”. Divino. Aquel poema se nos recitaba en plena Guerra del Golfo, como preludio de los siguientes ataques de la alianza atlántica: Somalia (1993) Bosnia y Herzegovina (1995) Sudán (1998) Afganistán (1998) Yugoslavia (1999) Un dato documental de estos fuegos artificiales encendidos por el matrimonio Clinton para despedir el siglo es que la carga explosiva utilizada venía reforzada con desechos derivados de la industria nuclear o “uranio empobrecido”. Al igual que en Hiroshima y Nagasaki, quienes no murieron en el acto fueron cayendo luego como moscas bajo el signo de cáncer, calcinados por la radiación. Aunque la tesis paradisíaca del capitalismo y su fin de la historia era vapuleada de lo lindo por el profesorado y el alumnado del sistema solar universitario como absurdo y tendencioso bolazo que la propia historia vomitaría de inmediato, gozó del poder de viralizarse masivamente a través de la acción planificada de los medios con efectos políticos y económicos devastadores que camuflados por la palabreja “neoliberalismo” fueron sintetizando la resurrección del nazismo. Mientras los partidos comunistas perecían o se rebautizaban reducidos a nivel de organismos unicelulares, con la centroizquierda empecinada y traicionada por el mito del “burgués gentil hombre”, la derecha fue recuperando posiciones primero disfrazada de cualquier verdura anti política y luego cada vez más grosera y rabiosamente fascista: la República Futbolera de Argentina Potencia está en lo más alto de la lista de países emblema de esta situación. PS: Mucho más inteligente y agraciado fue el debate que en aquellos primeros años noventa se dio en los ámbitos de la literatura y el arte, más enfocado en los cambios culturales que se estaban produciendo y que pasaron a estudiarse desde la hipótesis del “posmodernismo”. Un autor que reflejaba ese fenómeno, se decía, era el neoyorkino Thomas Pynchon, quien acababa de publicar su última novela: “Vineland”. La historia cuenta cómo a partir de 1956 el FBI puso en práctica el Programa Contrainsurgente de Inteligencia (COINTELPRO) que no fue otra cosa que el Plan Cóndor de cabotaje, y que tuvo a su cargo la infiltración del Partido Comunista de los Estados Unidos, de la nueva izquierda norteamericana y los movimientos pacifistas antiguerra, ambientalistas, feministas, ni hablar las organizaciones por los derechos de la población mexicana, asiática, afro e indoamericana, y muy en particular el activismo por la independencia de Puerto Rico. La metodología es tan antigua como que fue empleada sin ir más lejos por Inglaterra y Francia para doblegar la resistencia nativa durante la conquista, perfeccionada en sucesivas campañas al desierto y refinada con la experiencia importada con los agentes de las SS alemanas que la CIA ayudó a evacuar y escapar del avance soviético. Estrategia y táctica para desarticular a las fuerzas populares: incitar disputas entre sus miembros, potenciar diferencias, crear divisiones, fomentar deserciones, desacreditar, amenazar, montar atentados de bandera falsa y causas penales falsas para encarcelar a sus líderes de por vida. Sin reparos desde ya en el armado, adiestramiento y encubrimiento de bandas paramilitares de ultraderecha y agentes del servicio encomendados para el asesinato hasta del mismo presidente de los Estados Unidos. ¿A vos te parece que este plan tuvo éxito? Van casi 100 nuevas guerras y golpes de estado en lo que va del siglo XXI. Idénticos responsables. ¿Diferencia? Todo el aparato criminal de persecución que en el siglo pasado era secreto e ilegal hoy funciona bajo el amparo de la Ley Patriota sancionada tras la voladura controlada del 11S de 2001. El planeta tambalea bajo los golpes bajos del capitalismo humanitario y sus kilotones de mugre consumista. En su última reunión de negocios celebrada en New York, la OTAN se comprometió con la industria militar a no aflojarle con los pedidos. La guerra mundial termonuclear está a la vuelta de la última página. Estoy buscando un símbolo de paz. Por lo pronto no encuentro más que mi paisaje jujeño. ¿Nada más que un limón? Jajaja. No, boluda. Tengo la heladera llena, instrumentos, vení tocá la quena, trae vino, tabaco, papel y faso. Algo es algo


No hay comentarios:

Publicar un comentario