sábado, 14 de agosto de 2010

Lola vs el Padrenuestro y La Calle





Adoro mirarme al espejo. Poso, me acomodo las tetas, me tiro besitos. A veces cuelgo largo rato observándome. Discuto conmigo. Discuto con el mundo. Puteo y me hago reproches. Me maquillo lentamente y escruto mi ropa. Sonrío con mi aspecto serio o de colegiala puta. Me truco para que no se note el bulto. Me pongo perfume y ya estoy lista para salir a matar o simplemente para ir a comprar cigarrillos.
Tenía cinco años cuando me travestí por primera vez. La típica: ropa de la vieja saltando en la cama. Recuerdo cómo entrecerraba los ojos con el perfume de mujer (Al Pacino contenido) y decía: quiero. Pero tardé en hacerme travesti. Porque el tema no es salir del ropero. La cuestión es salir a la vereda. La joda es que te miren mal y te griten de todo. El problema es perder a los amigos y a la gente que siempre quisiste y supuestamente siempre te quiso. Incondicionalmente. Y así y todo, es lo de menos.
El milico sorete me pide documentos a cada rato, igual que a ese negrito de la villa con aspecto de menor delincuente al que hay que frenar porque si ahora es así te imaginás dentro de unos años. La vieja conchuda dice qué barbaridad, o algo por lo bajo, inaudible aunque sepas de qué se trata. Como cuando el pibe le pide una monedita al tipo que traga saliva y no le da porque para qué si irá a parar donde algún padre que lo explota. Pelotudo.
Adoro mirarme al espejo. Porque es como mirar a la sociedad: siempre se descubre algo nuevo. No tengo que recurrir a la prostitución para ganarme la vida. Lo intenté porque la sola idea me calentaba. Probé dos veces. Pero no sentí nada de nada. Me cogieron por todos lados mientras yo los miraba seductora, putita, pero para mí era lo mismo que estar mirando un programa de esos que dan a las seis de la mañana, que te venden durante una hora cosas que nadie necesita y tenés que llamar ya porque si no se agota el producto. Me convocaron para trabajar en varias casas de masajes pero rechacé las ofertas. Mi psicóloga me dijo que el problema era que yo tenía mucha cabeza para eso. Y mis hermanas travitas me pusieron entre la espada y la pared: “Ojalá nunca tengas que hacer lo que hago yo”. ¿Quién no sabe que es un ambiente de mierda? Pero no se lo conoce realmente hasta que se pertenece a él o al menos hasta que se lo ronda.
Todo parece muy down. Se prevé un final tristón y esperanzador a la vez. Con un “se puede” onda campaña radical. La verdad es que me encanta ser travesti. Me encanta ser lo que soy y lo que aún no soy y lo que voy a ser. Lo que aún no me dejan ser. Quiero mi nombre en mi documento. Quiero mi nombre en mi instituto. Quiero mi nombre resonando en los corazones y en las pijas de los chongos que me disputen. Me encanta que vengan y me cojan por todos los lados posibles. Y por los imposibles. Me encanta que me chupen la orejita y que me digan que soy una putita-calentona-perrita-guachita-cómo-te-voy-a-dar. Adoro que me besen con pasión. Me gusta cuando veo que alguien me está observando en la calle y yo le muevo deliberadamente el culo. Me gusta sentir que está conteniendo el aliento. Sé que los re caliento cuando pongo la boquita pintada de nena que hace puchero. O cuando digo “sí, papito”.

¡Qué manera de irme al infierno todos los días! Pero el infierno (igual que el cielo, decía mi nono) está acá en la tierra. Acá por la vereda donde yo voy esquivando soretes, como cualquiera. No hago más que dejar atrás la mierda social que nos tapa diciendo a todo que no, y le digo que sí a lo que quiero. La verdad que me cansé de los poderes constituidos que rezaron el padrenuestro contra la ley de matrimonio, que levantarán crucifijos contra lo que será la ley de identidad de género. Combato a ese poder todos los días. Con mi propio poder social e individual en los frentes de batalla, apostado contra todos los mecanismos programados para decir “no” a cada deseo íntimo.
Adoro mirarme al espejo. Allí veo a esta hermosa travesti militante que a diario se recuerda que es una hermosa travesti militante, y que seguirá siendo hermosa y seguirá luchando con una espada de dos filos hasta que sangre lo que tenga que sangrar. Como mi culo, si es necesario.Y eso que no conté nada.

Nicole Pietrangelo

integrante del Foro de Diversidad Sexual del INADI Bahía Blanca
afiliada al Partido Comunista

 

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