lunes, 29 de noviembre de 2010

Página 21


Fanny Edelman es la presidenta del Partido Comunista Argentino. Cuenta su vida que integró las Brigadas Internacionales que apoyaron al bando republicano durante la Guerra Civil Española, y que nació en la provincia de Córdoba, en 1911. A punto de cumplir 100 años, se la puede ver llegar al Comité Central del PC cotidianamente, o atardecer mateando con ella en su living de San Telmo, el día de los enamorados, regalada con flores, entre gloriosas plantas, aquí a la vuelta de mi casa.

La noche del miércoles pasado, un universo de personalidades nacionales e internacionales, camaradas, compañeros de otros partidos y amistades varias, la agasajaron con un homenaje en el teatro Cervantes de Buenos Aires. Una multitud copó las butacas y palcos de la sala, entre ella el secretario general de la CTA, Hugo Yasky, los diputados Carlos Heller y Martín Sabbatella, y el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, que fue uno de los oradores. Para coronar la velada, el grupo “La lija”, armado con guitarras, piano, violín y otras voces, interpretó parte del repertorio musical que inspirara a los combatientes de España y al mundo solidario. Canciones que conquistaron a nuevas generaciones revolucionarias, que las guerrillas de otras contiendas se aprendieron y cantaron en compañía del gran coro brigadista del futuro.

Al día siguiente, el diario Página 12 refirió el evento con un pirulo de 10 líneas, sin foto, sección “sociedad”, página 21.

martes, 16 de noviembre de 2010

La aventura de Miguel Littín, un imbécil clandestino en Chile


“A principios de 1985, el director de cine chileno Miguel Littín -que figura en una lista de cinco mil exiliados con prohibición absoluta de volver a su tierra- estuvo en Chile por artes clandestinas durante seis semanas y filmó más de siete mil metros de película sobre la realidad de su país después de doce años de dictadura militar. Con la cara cambiada, con un estilo distinto de vestir y de hablar, con documentos falsos y con la ayuda y la protección de las organizaciones democráticas que actúan en la clandestinidad, Littín dirigió a lo largo y lo hondo del territorio nacional -inclusive dentro del Palacio de la Moneda- tres equipos europeos de cine que habían entrado al mismo tiempo que él con diversas coberturas legales, y a otros seis equipos juveniles de la resistencia interna. El resultado fue una película de cuatro horas para la televisión y otra de dos horas para el cine, que empiezan a proyectarse por estos días en todo el mundo”.

Así comienza La aventura de Miguel Littín clandestino en Chile, de Gabriel García Márquez, que la Editorial Sudamericana publicó en 1986 con un diseño de tapa por demás encantador.
Lo encontré hace un par de semanas escarbando entre las librerías usadas de la calle Sarmiento y me lo traje por 15 pesetas. Un chiche para la biblioteca. Pero me temo que nada más que eso. Tras que la voz del director de cine ya me venía cayendo medio antipática, llegando a la página 48, durante la primer mañana de incógnito en Santiago y con el equipo italiano filmando a escondidas su reencuentro en la Plaza de Armas, al tipo no se le ocurre mejor capricho que bardear a un carabinero con preguntas arquitectónicas acerca de cierto edificio colonial averiado desde el último terremoto. Molesto por la afrenta, el milico le pide los documentos. A continuación:

“Lo más fácil, por supuesto, era identificarme con el pasaporte, ya probado en varios aeropuertos. En cambio, le temía a una requisa, porque sólo en ese momento me acordé de un error mortal que arrastraba conmigo. En la misma cartera en que llevaba el pasaporte, tenía mi verdadera carta chilena de identidad, que había dejado allí por descuido, y una tarjeta de crédito con mi nombre real. Consciente de que no me quedaba más remedio que asumir el riesgo menos grave, mostré el pasaporte. El carabinero, tampoco muy seguro de lo que debía hacer, le echó una mirada a la foto, y me lo devolvió con un gesto menos áspero.
-¿Qué es lo que quiere saber de ese edificio? -me preguntó.
Yo respiré a pleno pulmón.
-Nada -dije-. Era por joder”.

Habrase visto pelotudo alegre.
Si yo tuviera que quedarme con uno sólo entre mis tres escritores favoritos (García Márquez, Roque Dalton y Jorge Luis Borges) la predilección recaería sin vacilar y por diversas razones en el vecino más ilustre de Palermo Viejo. Dicho esto, justo es confesar que en medidas de placer y cariño ninguno de sus libros supera los Doce cuentos peregrinos del nobel colombiano. Ni siquiera El Aleph, aunque tal declaración sea con justicia merecedora del escarnio. Y para subir la temperatura del infierno revelaré que hasta hoy no he conseguido pisar la segunda hoja otoñal del Patriarca, que Ojos de Perro Azul es desde ya un título ingenioso, y que la aventura de este Pino Solanas araucano ha concluído por ahora en la página 48. Si se me cruza, no descarto el intento de ver la correspondiente película.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Feministas


(Nationaltheatret, Oslo)

“El más ilustre de los evangelistas de Ibsen, George Bernard Shaw, dijo en su Quintessence of Ibsenism que es absurdo preguntarle a un autor una explicación de su obra, ya que esa explicación bien puede ser lo que la obra buscaba. La invención de la fábula precede a la comprensión de su moraleja. En el caso de Ibsen, las invenciones nos importan más que las tesis. Tal no fue el caso cuando se estrenaron sus obras. Gracias a Ibsen, la tesis de que una mujer tiene derecho a vivir su propia vida es ahora un lugar común. En 1879, era escandalosa. En Londres, tuvieron que agregar a Casa de Muñecas una escena final, en la que Nora Helmet, arrepentida, vuelve a su hogar y a su familia”.

Del prólogo a “Peer Gynt” y “Hedda Gabler”,
 uno de los 64 libros que Borges alcanzó a prologar para su colección de
cien obras de lectura imprescindible que Hyspamérica publicara en 1985,
un año antes de su muerte.

"El músico"
Georgina Etcheverry, 2009





sábado, 13 de noviembre de 2010

Savino Súper Star

(Para Santiago, hijo de Vera y Adrián, que hoy cumple Su Segundo Sábado entre noSotroS)

Sonríe Savino Sonríe
Santiago Savino Salió
Santiago Savino Sí

Santiago Savino Soñado
Santiago Savino Sobrino
Santiago Savino Señor

Santiago Savino Succiona
Santiago Savino Saborea
Santiago Savino Sacía

Semana Sobre Semana
Semanalmente Santiago Subirá
Soplará Sebos Siglos

Santiago Savino Saltamontes
Santiago Savino Silbando
Santiago Sawyer Savino

Salvaje Santiago Savino
Santiago Savino Sinvergüenza
Santiago Savino & Sabueso

Scalextric Skate Subibaja
Sudando Sed Surtidor Sandías
Sobrenombre Santi Savino

Sangrando Santiago Solloza
Sufre Susto Sana Sana
Sanará Superman Supersónico

Santiago Suma Subdivide
Santiago Sabe Sintaxis Soluciones
Santiago Savino Sobresaliente

Solsticio Sol Sal Sombrillas
San Clemente, San Bernardo, Santa Teresita
Salado Salmón Sea Surfin'Savino

Santiago Savino Secundarios
Sonando Silvio Sabina Spinetta Serrat Sargent Savino's
Santiago Savino´s Singing

Santiago Savino Solfea
Semicorcheas Semifusas Semitonos
Sones Sambas Sonatas Sinfonías

Saca Santiago Savino
¡Salva Santiago Savino!
“Santiago Savino Seleccionado”

¡Socorro Santiago Savino!
Subacuático Sapo Se Sumerge
Santiago Savino Salvavidas

Santiago Savino Soltero
Sucucho Suburbano Solo Seco
Sólo Sopa Silla Sofá Stratocaster

Sahumerios Sandalias Setentosas Subconciente
Sicosis Sociología Sala Salón Surrealista
Santiago Sombrea Simula Sonetos Shakespeare

Sondea Saramago
Subraya Subtitula Surgen Sinónimos Sutiles
Santiago Subscribe Socialismo

Santiago Soldador Subsistencia Salario
Santiago Savino Sindicalista Sugiere
Silogismo Supermercados Surtidos Suculentos Sueldos

¡Sobra Soja Silos Semillas Suficientes!
¿Soportar Sórdida Sociedad ?
Savino Sublevado Subversivo

Sábado Santiago Suprime Seriedades
Sótano Salsa Sacudir Solomillo
Santiago Savino Starr

Santiago Savino Se Separa
Sobrellevando Sitios Sombríos
Supone Sobando Suavizará Suturará

Santiago Savino Silencioso
Sensato Segará Sus Sogas
Sur Submarino Sotavento

Santiago Savino Surcando Saharas Selvas Serranías
Sobrevuela Senas Serbia Sumatra Singapur
Santiago de Chile, Santiago de Cuba, Santiago del Estero

Sorpresivamente Surgirá Señorita Sortilegio
Soy Santiago Savino Sinuosa Sirena Soy, Splash
Sintonizan Simultánea Simpatía

Salen Subterráneo Suipacha Splendid
Sacan Sus Sacos Se Sientan Sospechando Serial Suspenso
Siniestro Sarcófago, "Scarface" "Sérpico" "Sin aliento"

Salida Sandwich Salame Sed Sifón Sirve Savino
Sorben Sidras Sobremesa Serenata
Santiago Savino Seduce

(Saca Sostén Segunda Succión Senos
Salvoconducto Sabroso Secreto Sexo
Sacapuntas Santiago Savino)

Santiago Savino Sereno ...
Santiago Savino Suspira ...
Salsipuedes Santiago Savino ...

Santiago Savino Siente
Santiago Savino Susurra
- ¿Serás Señora Savino?

Seguro Seguirán Serruchando Sillones
Simbiosis Soberbia Sima
Sólido Savino Suelta Semen

Sucesores: ¿Silvia, Susana, Sofía, Sara, Soledad Savino?
¿Sansón, Sebastián, Segismundo
Salvador, Santos Savino?

Simplemente Sobrevivir Santiago
Sencillamente Savino
Santiago Savino Siembra

Santiago Savino SA
Santiago Savino Sanitarios
Santiago Savino Sorbetes

Según Sección Semanario
“Sigo Siendo Socialista”
Señaló Santiago Savino

Santiago Savino Sesentón
Santiago Savino Sobrio Suegro
Santiago Savino Siesta

Santiago Savino Sentado
Santiago Savino Satisfecho
Santiago Savino Sagrado

Senectud Sunset Septiembre
Sin Su Servidor Sin Savino
Sabio Santiago Savino

Santiago Savino Será
Santiago Sepia Savino
Santiago Savino Siempre

Saludos Santiago Savino
Santiago Savino Suerte
Santiago Savino Salud!

JBE, San Telmo
Sábado 13 de noviembre, 2010, nueve menos cuarto de la noche 

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Balcón al mar

Llego a tus costas
como al reverso menos cruel de la moneda
y tengo todo el tiempo para amarte
aunque el amor no sea más que alguna carta
a veces una espera.
Me desvisto en el muelle
me deslumbro
tiendo mi mano para hallar otra respuesta
y allí estás tú
allí vuelvo a encontrarte
toda tu firme voluntad sobre mis huesos.
La Habana
al otro lado
es una mancha
una extensa muchacha de luces en la espalda
siempre llena de veredas y centauros.
Porque no soy igual a los demás es que te amo
cuando la muerte es una rosa de los vientos
un golpe de suerte
una limpia palmada sobre el hombro.
Porque no soy igual a los demás es que te canto
que asciende mi canción buscando un puerto
un balcón frente al mar
donde dejar mi mano
donde dejar toda mi voz a buen recaudo
sobre el reverso menos cruel de la moneda.

Odette Alonso Yodú
 (Santiago de Cuba, 1964)

viernes, 5 de noviembre de 2010

Vikingo


¿Peliculón argentino en cartelera? Tengo toda la sensación de que sí. Me enteré ayer revisando el mail con la reseña de los estrenos semanales que "El Amante" me envía cada jueves. Dicen: "Vikingo, de José Campusano, tiene mayoría de defensores en la revista, varios muy entusiastas, y hay alguno que otro menos apasionado, en franca minoría. En el número que está en los kioscos hay una crítica a favor y una entrevista con Campusano. Aquí les ofrecemos un texto sobre la película de la cobertura del Mar del Plata 2009".
En youtube encontré esta escena:

lunes, 1 de noviembre de 2010

Los inmortales

Días como estos llegan muy de vez en cuando, como aquel lunes lejano y nublado del 1º de julio de 1974 en que falleció Perón, que fue la fecha más triste en la vida del Tata, el tipo más noble del mundo, agricultor y peronista de la primerísima hora, mi abuelo. Yo estaba en primer grado. Apenas se supo la noticia nos juntaron en el patio de la escuela y nos mandaron de inmediato a casa. Las clases se suspendieron por el resto de aquella semana, que me quedó impregnada como excursión a través del limbo.

Veinte años después desperté en medio de la siesta cordobesa del domingo 1º de mayo de 1994, para ver cómo a bordo de un Williams con graves defectos de suspensión, punteando la carrera, Ayrton Senna se estrellaba contra los muros de Imola a 300 kilómetros por hora. Ya tenía edad para emocionarme y alcancé a llorar entera mi correspondiente parte de tristeza, tan sin fin como la que Tom Jobim pescó cantando frente al mar carioca con la primera línea de “A felicidade”.

A esa misma velocidad se detuvo el corazón de Schafik Hándal, gran jefe de la guerrilla salvadoreña. Fue una tarde de enero del 2006, bajando del avión que lo devolvía a su tierra tras asistir eufórico en La Paz a la primera asunción presidencial de Evo Morales. Le decían “el hombre”, debido acaso a la proeza de vencer, tanto por la vía del mate armado como sobre las tablas de la democracia, ni más ni menos que a Reagan y los Bush en pleno apogeo de sus reinos asesinos. Lo hizo con un puñado mestizo de peones, un par de mulas y el resguardo de dos torres volcánicas, todo bendito por un alfil de dios y una legión de combativas damas de ventaja. Llorando su despedida las calles embanderadas de El Salvador se tiñeron de rojo farabundo, y de su adiós de corazones renació inmortal Schafik, el hombre.

El mismo prodigio callejero aconteció estos últimos días en nuestro país. Es verdad que desconfié de los primeros pases allá por las elecciones del 2003. ¿Cómo no desconfiar de los trucos de Eduardo Duhalde? Pero a los pocos días me encontraba felicitando a mi almacenero santacruceño porque era verdaderamente un gusto la impresión causada por el nuevo presidente.

Me fui a Centroamérica, donde viví cuatro largos e inolvidables años. Salvo tragedias como las de Cromagnon y la partida de mi Nona para reunirse en descanso junto a su compañero el Tata, las noticias que seguía y me llegaban desde acá eran bastante buenas. Volví a comienzos del 2008, justo cuando empezaba el llamado “conflicto del campo”, al cabo del cual las aguas argentinas quedaron tan claramente divididas que bastó con abrir el debate sobre la ley de medios para que el bloque ideológico que aun pesaba sobre nuestras cabezas se partiera de manera irremediablemente histórica. Porque aunque nos queda muy mucho por avanzar, ya nada ni nadie son lo mismo. Ni Clarín, ni Cobos, ni Carrió, ni Duhalde, ni “el campo”. Ya no estamos a merced de su chamuyo, y estamos más claros, más animados a seguir creando juntos un presente y un futuro mejor.

Con dimensiones y colores de cielo, hemos visto estos días el renacimiento de un gran tipo, al que vamos a querer hasta el último de nuestros días con ese mismo cariño y respeto inexpugnable que mi abuelo tenía por Juan y Eva Perón y que hoy tenemos por Cristina. Hoy estamos más unidos, mejor predispuestos para las batallas que nos tocará enfrentar con paciencia y valentía.

La inmortalidad es así, una flor tan rara que brota muy de vez en cuando. Pucheriando frente al televisor comprendí estos días de limbo que mis creencias comunistas entrañan una suerte de politeísmo, en cuyo olimpo perduran un piloto brasileño, un cantante de Liverpool, el Che, y en un círculo más íntimo Ricky y el Walter Nora, los amigos que se murieron todavía más extrañamente jóvenes que aquellos ídolos. Ahorita se lo ve sonriente por ahí al flaco Néstor Kirchner, y doy gracias porque algunos otros sigan entre nosotros, fidelitos y diegueando.

Para mi prima María Paula
1º de noviembre de 2010, Quilmes, y lunes