Entre que los bombazos explotan muy lejos y es
tanta la gente que revienta a diario –sin que tampoco podamos escuchar su muerte–
y que los “informes” de semejante tragedia llegan por diestra y siniestra
diseñados como para que nos quedemos en el molde, nosotras y nosotros, la manga
de idiotas que poblamos esta parte muy poco santa de la tierra hemos abandonado
nuestra suerte al olvido irresponsable del derecho a vivir en paz. Vaya cagadón
que nos estamos mandando, queridas y queridos míos.
Por consiguiente, les invito con todo respeto a
que reconsideremos el asunto. No es al pedo que discutamos libre y
fraternalmente los pormenores y pormayores del asunto, pero por lo que más
quieran, recuperemos juntos la sensatez de prevenir el mal irremediable de la
guerra. Todo lugar posee sus riquezas, la mayor de las cuales es siempre su
gente. Pero aquí, además de mucha buena gente, hemos sido bendecidos con un
equipamiento geográfico de grandes ligas. Si nos nos cuidamos entre todos, más
temprano que tarde (y bien sabemos la velocidad que adquirió la historia) estaremos
lamentando el ser blanco, Negro, y esta vez no va a ser sólo con
secuestradores, torturas y asesinatos selectivos, va a ser también en masa la
cosa. Con aviones, como en el 55, pero pior.
Trabajar por la paz es una tarea cotidiana
esencial que cualquiera en su sano juicio desempeña empezando consigo mismo, procurando
estar en paz con uno pero con el objetivo aún más importante de estar en buenos
términos con los demás, y sobre todo con aquellos que más nos quieren y a
quienes más amamos.
Hoy es un día hermoso y mi novia es una fábrica
imparable de belleza. Todavía no tengo hijos propios, pero sí una sobrina,
además de las niñas y niños cuyos padres son aquellos que me tocaron con la
magia de su amistad. Cuando lleguen Martín o Valeria o quien quiera que sean,
yo les ofreceré mi opinión acerca de la ley y las armas. De mí obtendrán para
procesar y desarrollar a su modo el concepto de que nuestras relaciones se
organizan y resuelven mediante la política. Que la buena política empieza por
casa y la mala por enojarse sin medida ni motivos reales de peso. Nomás exponerlo
con pedagógica honestidad bastará para dejar en evidencia la aplicación de ese
mismo principio en casa ajena.
Luego hablaremos y analizaremos las razones de
aquellos enemigos de la paz, que así como hoy invaden la casa de nuestros
amigos, con enorme probabilidad mañana invadirán la nuestra: “Política
pacifista ante todo, y si por esas artes no conseguís despejar el camino, le
metés una piña bien puesta en la mandíbula. Aprendé a esquivar, mas hasta
entonces siempre pegá primero. No tenés por qué tenerle más miedo a tal o cual
que a cualquiera. Toda persona cuenta. Hasta el más pesado ha besado la lona, y
siempre hay que andarse con cuidado de los petisos”
Me sigue atareando comprender esto en profundidad, y quizás por eso mismo el prudente destino cría y cuida de mis pequeños allá en el país de los sueños, limítrofe con el Olimpo. Aquí los espero para cuando juntos estemos mejor y más fuertes. Yo digo que no falta tanto. Mientras tanto, como le dice Tom Cruise a Cuba Gooding Jr. en Jerry Maguire: «Help me to help you».
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