sábado, 30 de noviembre de 2013

Partido Comunista de México


Argentinitis se recaga de la risa presentando aquí al Diablito Barrientos, el mejor cómico de habla hispana del momento


miércoles, 27 de noviembre de 2013

Calle Baker

Baker Street by Gerry Rafferty on Grooveshark


Venís bajando por la calle Baker
con la vida en tu cabeza y la muerte en los talones
otro buen día de locura
como para beber la noche entera
y olvidarte de todo
 
Este desierto ciudadano te hace sentir tanto frío
tiene millones de personas pero no tiene alma
y te ha tomado mucho tiempo darte cuenta que estabas equivocado
cuando creías sostenerlo todo

Solías pensar que era tan fácil
solías decir que era tan fácil
pero lo estás intentando
ahora lo estás intentando…

Un año más y luego serías feliz
sólo un año más y luego ser feliz
pero estás llorando
ahora estás llorando
 
Abajo desde la calle se ve luz donde él
abrís la puerta, él tiene esa mirada en su rostro
te pregunta dónde estuviste, le contás con quién te has visto
y hablan de nada
 
Él tiene este sueño de comprar un terreno
dejar la bebida y las relaciones pasajeras
y entonces sentar cabeza en un pueblito tranquilo
y olvidarse de todo
 
Pero vos sabés que él siempre se mantendrá en movimiento
sabés que nunca va a parar de moverse
porque es una piedra movediza
él es un verdadero rolling stone

Y cuando te despertás es un nuevo amanecer
el sol brillando, es un nuevo amanecer
y te vas yendo, te vas yendo a casa


martes, 26 de noviembre de 2013

Partido Comunista de los Estados Unidos

Mrs. Robinson by Simon & Garfunkel on Grooveshark





 E7
We'd like to know a little bit about you for our files
A
We'd like to help you learn to help yourself
D               G               C           Am
Look around you all you see are sympathetic eyes
E7                          D
Stroll around the grounds until you feel at home


Nos gustaría saber un poquito de vos en nuestras filas
Nos gustaría ayudarte a aprender a ayudarte a vos misma
Mirá alrededor tuyo, todo lo que ves son ojos solidarios
Date una vuelta y sentite como en casa
 

lunes, 25 de noviembre de 2013

Carlomagno

Huvudlösen För Aftonen by Cornelis Vreeswijk on Grooveshark


Magnus Carlsen nació con los fríos otoñales del noviembre de 1990 en Tønsberg, Noruega, hijo una pareja de ingenieros. Cuando tenía 5 años, su padre le enseñó a colocar y mover las piezas de ajedrez. A los 13 ya era Gran Maestro, y a los 19 se convirtió en el más joven jugador en trepar al primer puesto del ránking mundial. A comienzos del 2013 llegó hasta los 2867 puntos de rating ELO, el más alto de la historia, ganando además la oportunidad de disputarle la corona al hindú Viswanathan Anand. El campeonato, programado al mejor de 12 partidas, se disputó durante estas dos últimas semanas en Chennai, India. Las primeras cuatro resultaron tablas. El retador ganó la quinta y la sexta. Tras entablar las dos siguientes, Carlsen volvió a derrotar al campeón en la novena, quedando así a medio punto del título, que llegó en la décima al cabo de 65 movimientos. Magnus, que el próximo sábado festejará sus 23 años, es el primer ajedrecista occidental en conseguir el título desde que Bobby Fisher destronara a Boris Spassky en 1972.

 

domingo, 24 de noviembre de 2013

Mensaje en una botella

I'll Regret It All in the Morning by Linda Thompson/Richard Thompson on Grooveshark
 
 
Los alcohólicos erigen defensas como diques los holandeses. Yo me pasé los primeros doce años de mi vida matrimonial diciendo que «sólo me gustaba beber». También practiqué la Defensa Hemingway, famosa en el mundo entero. Nunca se ha expuesto con claridad (porque no sería de machos) pero consiste más o menos en lo siguiente: soy escritor, es decir, una persona muy sensible; pero también soy un hombre, y los verdaderos hombres no se dejan gobernar por la sensibilidad, porque eso sería de maricones; por lo tanto, bebo. ¿Hay alguna otra manera de afrontar el horror existencial y seguir trabajando? Además no pasa nada, puesto que yo me controlo. Como buen machote.

Todo hasta que a principios de los ochenta la asamblea legislativa del estado de Maine aprobó una ley sobre botellas y latas retornables. A partir de entonces mis latas de medio litro de Miller Lite ya no acababan en la basura, sino en un conteiner de plástico que había en el garaje. Un jueves por la noche salí a sepultar allí unos cuantos cadáveres caídos en combate. Para mi sorpresa, el conteiner, vacío el lunes por la noche, estaba casi lleno. El único bebedor de Miller Lite de toda la casa era yo.
 
¡La puta!, pensé. ¡Soy alcohólico! Y no se elevó en mi cabeza ninguna opinión disonante. Téngase en cuenta que hablo de alguien que había firmado El resplandor sin darse cuenta de estar escribiendo sobre sí mismo (al menos hasta la noche que acabo de referir). Mi reacción a la idea no fue desmentirla ni matizarla, sino tomar una decisión muy influida por el miedo. Recuerdo claramente que pensé: mucho cuidado ahora porque si la cagás...
 
Si la cagaba (chocando y haciéndome mierda con el auto o reventando una entrevista en directo por la tele) no faltaría quien me aconsejara controlar mi afición a la bebida, y decirle a un alcohólico que controle lo que bebe es como decirle a alguien con una diarrea de esas que hacen historia que controle los esfínteres. Tengo un amigo que ha pasado por lo mismo y cuenta una anécdota graciosa sobre su primera tentativa de recuperar el dominio de una vida que se le escapaba. Acudió a un psicólogo y dijo que a su mujer le parecía mal que bebiera tanto.
—¿Cuánto bebe? —preguntó el psicólogo. Mi amigo lo miró con incredulidad.
—Todo —contestó, como si cayera por su peso.
Sé lo que sentía. Yo ya hace casi doce años que no pruebo el alcohol, pero sigue pareciéndome inconcebible la visión de alguien en un restaurante con una copa de vino a medias. Me dan ganas de levantarme, ir a su mesa y gritarle en la cara: «¡Terminátela! ¿Por qué no te la terminás?» Me parece ridícula la idea de beber alcohol como acto social. ¿Si no querés ponerte en pedo, por qué carajo no te pedís mejor una Coca y listo?
 
Durante mis cinco últimos años de bebedor, siempre remataba las noches con el mismo ritual: vaciar en el lavaplatos las cervezas que quedaran en la heladera. Si no, al acostarme las oía hablar y no tenía más remedio que levantarme a coger otra. Y otra. Y otra.
 
En 1985 se había sumado a mi problema alcohólico la adicción a las drogas, pero seguí funcionando con relativa normalidad, como muchos consumidores de estupefacientes. La idea de no hacerlo me provocaba pavor. Se me había olvidado por completo cómo vivir de otra manera. Me desvivía por esconder las sustancias que tomaba, tanto por miedo como por vergüenza. ¿Qué me ocurriría sin droga? Le había perdido el paso a la vida normal. Volvía a limpiarme el culo con ortigas, y esta vez a diario, pero no podía pedir ayuda. En mi familia no se hacía así. En mi familia se fumaba, se bailaba pisando gelatina y cada cual se guardaba sus cosas.

Aun así, la parte de mí que escribe novelas y cuentos, la parte profunda que en 1975 (año en que escribí El resplandor) ya sabía que era alcohólico, no estaba dispuesta a aceptarlo. Como no entiende de silencios, empezó a gritar pidiendo ayuda de la única manera que sabía: a través de mis relatos y de mis monstruos. A finales de 1985 y principios de 1986 escribí Misery (título que describe perfectamente mi estado de ánimo) la historia de un escritor que cae prisionero de una enfermera psicópata y es torturado por ella. En primavera y verano de 1986 escribí Tommyknockers en sesiones que solían prolongarse hasta la medianoche, con el corazón a ciento treinta pulsaciones por minuto y las orejas tapadas con algodón para cortar la hemorragia debida al consumo de coca.
 
Tommyknockers es un relato de ciencia ficción a lo años cuarenta donde la protagonista, que es escritora, descubre una nave alienígena enterrada en el suelo. La tripulación sigue dentro, pero no muerta, sino en hibernación. Se trata de unos extraterrestres que se te meten en la cabeza y hacen trastadas. El resultado es energía y una inteligencia de índole superficial (la escritora, Bobbi Anderson, inventa entre otras cosas una máquina de escribir telepática y un calentador de agua atómico) pero se paga con el alma. Fue la mejor metáfora de las drogas y el alcohol que se le ocurrió a mi cerebro, cansado y sometido a un estrés brutal.
 
Poco tiempo después, mi mujer llegó a la conclusión de que no saldría solo de aquella espiral descendente e intervino. Dudo que fuera fácil, porque yo ya estaba muy lejos de cualquier sensatez, pero lo consiguió. Montó un grupo de intervención formado por parientes y amigos, y fui obsequiado con una especie de tour por mi vida en el infierno. El primer paso que dio Tabby fue vaciar en la alfombra una bolsa de basura llena de cosas de mi despacho: latas de cerveza, colillas, cocaína en botellitas de gramo, más cocaína en bolsitas, cucharitas para coca manchadas de mocos y sangre seca, Valium, Xanax, frascos de jarabe Robitussin para la tos y de NyQuil anticatarro, y hasta botellas de elixir bucal. Aproximadamente un año antes, al observar la rapidez conque desaparecían del lavabo auténticos botellones de Listerine, me preguntó Tabby si me lo bebía. Mi respuesta, imbuida de altivez y superioridad, fue que cómo iba a bebérmelo. Y era verdad. Prefería beberme el Scope, que era más agradable porque sabía un poco a menta.

El sentido de la intervención, de la cual puedo asegurar que fue igual de desagradable para mi mujer e hijos que para mí, es que yo me estaba matando delante de sus narices. Tabby me dijo que tenía dos alternativas: o hacer un tratamiento de rehabilitación o marcharme de casa enseguida. Dijo que ella y los niños me amaban mucho, y que por eso mismo no querían presenciar mi suicidio.

Yo regatié, que es lo que hacen los adictos. Estuve encantador, como todos los adictos, y conseguí dos semanas para pensarlo. Ahora, visto en perspectiva, se me ocurre un resumen de toda la locura de aquella época. Un edificio se está incendiando. En la terraza hay un tipo agitando los brazos. Llega un helicóptero, se coloca encima de él, suelta una escalerilla de cuerda y alguien grita desde la cabina: «¡Suba!». Y el tipo responde: «¡Deme dos semanas para pensarlo!»
 
La verdad, sin embargo, es que pensé (al menos hasta donde me lo permitía mi estado) y acabó por decidirme Annie Wilkes, la enfermera de Misery. Annie personificaba la coca y la bebida, y decidí que estaba cansado de ser su escritor mascota. Temí no poder seguir trabajando sin alcohol ni droga, pero decidí (repito, hasta donde me lo permitía mi estado de confusión y desánimo) darlo todo a cambio de seguir casado y ver crecer a los chicos. Si de veras había que escoger.
 



Que no fue el caso, evidentemente. La idea de que la creación y las sustancias sicotrópicas vayan de la mano es uno de los grandes mitos de nuestra época, tanto a nivel intelectual como de cultura popular. Los cuatro escritores del siglo veinte cuya obra ha tenido mayor responsabilidad en ello deben de ser Hemingway, Scott Fitzgerald, Sherwood Anderson y el poeta Dylan Thomas. Son los que han formado nuestra visión de un baldío existencial donde la gente ya no se comunica y vive en un ambiente de asfixia y desesperación emocionales. Ninguno de esos conceptos le es desconocido a la mayoría de los alcohólicos, pero la reacción habitual es encontrarlos graciosos. Los escritores que se enganchan a determinadas sustancias no se diferencian en nada de los demás adictos; son, en otras palabras, borrachos y drogatas vulgaris. Las afirmaciones de que la droga y el alcohol son necesarios para atenuar un exceso de sensibilidad no pasan de ser la típica chorrada para justificarse. He oído el mismo argumento en boca de operadores de quitanieves: que beben para calmar a los demonios. Da lo mismo ser James Jones, John Cheever o un simple borrachín de pueblo. Para un adicto, el derecho al alcohol o la droga elegida debe protegerse a toda costa. Hemingway y Fitzgerald no bebían porque fuesen personas creativas, alienadas u oralmente débiles, sino por la misma razón que todos los alcohólicos. No digo que la gente creativa no corra mayor riesgo de engancharse que en otros trabajos, pero ¿y qué? A la hora de vomitar en la cuneta, nos parecemos todos bastante.
 
Al final de mis aventuras bebía cada noche una caja de latas de medio litro, y tengo una novela, Cujo, que apenas recuerdo haber escrito. No lo digo con orgullo ni con vergüenza, nomás con la vaga sensación de haber perdido algo. Es un libro que me gusta, y ojalá guardara un recuerdo agradable de haber redactado las partes buenas.

En los peores momentos no quería beber ni estar sobrio. Me sentía desahuciado de mi propia vida. Al iniciar el camino de vuelta, mi máxima ambición era creer en los que me prometían una mejora a cambio de tiempo. Y en ningún momento dejé de escribir. Me salieron muchas páginas sin garra, como de aprendiz, pero al menos salían. Luego las metía en el último cajón del escritorio y pasaba al proyecto siguiente. Poco a poco volví a encontrar el ritmo, y después la alegría. Me reintegré a mi familia con gratitud, y a mi trabajo con alivio. Volvía como cuando se vuelve a la casa de campo después de un largo invierno y se empieza comprobando que no hayan robado ni roto nada durante los meses de frío. Estaba todo intacto, todo en su sitio, completo. Una vez descongeladas las cañerías, y prendido la corriente, funcionaba todo.
 
Stephen King
On Writing, (2000)

 

 

sábado, 23 de noviembre de 2013

Estrella pop

Pop Star by Cat Stevens on Grooveshark


Tapa del amuleto adquirido una tarde de 1991 en El Mundo del Libro, Obispo Trejo esquina Deán Funes, Córdoba
 
 
Contratapa del mismo. La mancha solar se formó dichavando marihuana, y los arañazos raspando en momentos de escasez la resina acumulada durante dichos oficios
 

Entrada para un concierto al que nunca creí que fuera ya posible asistir, el de esta misma noche
 
 

 
 
 

martes, 19 de noviembre de 2013

Qué de raro

Que De Raro Tiene by Vicente Fernández on Grooveshark

A los que al contemplarme
rodando en el fango quisieran llorar
a los que se pregunten
por qué mi talento no pudo triunfar
a los que me juzgaron
sin darme derecho siquiera de hablar
a todos los que quieran
saber mi tragedia

la voy a contar

Yo siempre sostuve
que no hay en el mundo ningún otro ser
que tenga belleza
de pies a cabeza como la mujer
ellas son la vida
la chispa divina, la razón de ser
qué de raro tiene
que me haya perdido por una mujer
qué de raro tiene
que me esté muriendo por una mujer


No les apiade mi dolor profundo
yo solo fui el culpable en mi fracaso
porque pude haber sido el rey del mundo
pero encontré mujeres a mi paso

A los que como amigo
ayer me tuvieron en un pedestal
a los que me quisieron
allá cuando tuve familia y hogar
a los que me olvidaron
apenas mi estrella dejó de brillar
a todos los que quieran
saber mi tragedia

se las voy a contar

Todas las mujeres
ejercen en mi alma un raro poder
aquellos que tengan
el mismo problema me van a entender
una cara hermosa
y un cuerpo de diosa me hicieron caer
qué de raro tiene
que me haya perdido por una mujer
qué de raro tiene
que me esté muriendo por una mujer


Vicente Fernández

jueves, 14 de noviembre de 2013

Virginal

Quedándote O Yéndote by Spinetta on Grooveshark


Los estándares de afinación musical cambiaron según las épocas, pero incluso en un mismo tiempo era frecuente encontrar variaciones. El órgano de una catedral londinense del siglo XVII, por ejemplo, podía estar afinado cinco semitonos más bajo que un virginal de la misma ciudad.
El virginal es un tipo de clave, clavicémbalo o espineta pequeña que empezó a difundirse en los Países Bajos hacia el siglo XVI. Sus cuerdas corrían paralelamente al teclado o a veces en diagonal. El nombre surge probablemente del latín virga (palo, rama, bastón, vara, verga) aunque también podría provenir de virginâlis, pues era tocado generalmente por mujeres jóvenes.  
La palabra italiana spinetto o espineta se aplica tanto al virginal como a un instrumento similar con forma de ala de pájaro.
 
"Muchacha sentada ante el virginal"

Johannes Vermeer (1675)
Óleo sobre tela
51,5 x 45,5
National Gallery of London
 

lunes, 4 de noviembre de 2013

Luche y vuelve


En media hora, a las 21, por Comedy Central, retorna a la pantalla el gran súper actor canadiense Michael Andrew Fox, protagonista de la trilogía más divertida de la historia del cine, o sea: de la mejor película de todos los tiempos.
 
 

Cordovazo

Córdoba Va by POSDATA - Cordoba va on Grooveshark


domingo, 3 de noviembre de 2013

Todas las mañanas del mundo






Une jeune fillette
de noble coeur
plaisante et joliette
de grand valeur
outre son gré
on l'a rendu nonette
cela point ne luy haicte
d'où vit en grand douleur.

Un soir après complie
seulette estoit
en grand mélancolie
se tourmentoit
disant ainsi: "Douce Vierge Marie
abrège moy la vie
puisque mourir je doy

Mon pauvre coeur soupire
incessament
aussi ma mort desire
journellement
qu'à mes parent ne puis mander n'escrire.
Ma beaute fort empire
je vis en grand tourment

Que ne m'a-ton donnée
a mon loyal amy
qui m'a tant desirée
aussi ay'je moy luy?
Toute la nuit me tiendroit embrassée,
me disant sa pensée
et moy la mienne a luy

La mort est fort cruelle
a endurer
combien qu'il faut par elle
trestous passer
Encor est plus le grand mal qui s'endure
et la peine plus dure
qu'il me faut supporter

Adieu vous dis, mon père
ma mère et mes parents
qui m'avez voulu faire
nonette en ce convent.
Où il n'y a point de resjouissance
je vis en deplaisance
je n'attends que la mort

Adieu vous dis les filles
de mon pays
puisu'en cette abbaye
me faut mourir
En attendant de mon Dieu la sentence
je vis en esperance
d'en avoir reconfort"
 
***

Una joven doncella
de noble corazón
tan dulce como bella
y de gran valor
quien contra su voluntad
fue metida a monja
cosa que odia
y ahora vive un gran dolor

Una noche después de misa
estando sola, melancólica, culpándose a sí misma
rezó así: “Dulce Virgen María
termina con mi vida
pues quiero morir

Mi pobre corazón
suspira incesantemente
y a diario deseo la muerte
no puedo escribir ni decir nada de esto a mis padres
mi belleza se desvanece
y vivo en gran tormento

Por qué no le fui dada a mi fiel amigo
quien me quería tanto como yo a él
quien me sostendría en sus brazos toda la noche
confiándome sus pensamientos
y escuchando los míos

La muerte es algo muy cruel de tolerar
qué se necesita para someterse a ella
pero es peor soportar este mal
y aún más difícil la pena
quién podría ayudarme

Adiós padre mío
adiós a mi madre y mi familia
a quien decidiera encerrarme como monja
en este convento sin alegría
donde soy miserable y sólo espero la muerte

Adiós muchachas de mi país
esta es la abadía donde he de morir
y esperando el juicio de Dios
me voy con la esperanza
de hallar consuelo

Jehan Chardavoine (1576)