Yo había muerto, bien lo sabes. Era una
nube, formada en la vista del balcón y desde allí ascendida al mismo
cielo, cruzando el parque, bajo los árboles de mi tristeza. Así, solo, y sólo
así, comprendí el idioma de todas las cosas. Me hice aprendiz de ciego, pastor,
flor, colibrí, mariposas. Llamé al espejo y atendió: era mi amigo, el mejor. Se
oía muy lejos. “¿Cuándo volvés?”, preguntó. Yo respondí: “Muy pronto”
JBE
Nov 2014
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