(Funambulismo: arte de caminar a lo largo de un delgado alambre o cuerda, generalmente a una gran altura)
Volveré a nacer algún día. Será por agosto de 1949 en Nemours, Francia, bautizado Philippe Petit. Fascinado desde chico con el circo, elegiré la profesión de equilibrista, mimo, mago y monociclista. Juglar, bah. En 1968, estando de visita en Nueva York, me atacará un fuerte dolor de muelas que encenderá la chispa de la gran aventura de mi vida. Hojeando revistas en la sala de espera del dentista me toparé con un artículo sobre la construcción en ciernes del mayor rascacielos del mundo. No es un rascacielos cualquiera. Cuando quede terminado, será un doble rascacielos de 415 y 417 metros de altura cada uno. Allí mismo, sobándome la mejilla hinchada y dolorida, nacerá la idea y mi obsesión por concretarla.
La construcción del World Trade Center terminó en 1973, y la ceremonia de inauguración se celebró el 4 de abril de ese año, en la que se reunieron más de 300 mil personas, entre trabajadores, autoridades de la ciudad y el presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon. Los ingenieros y arquitectos afirmaban que las Torres Gemelas aguantarían hasta el impacto de un Boeing 707, el mayor avión de la época.
El “crimen artístico del siglo” me llevó seis años de planificación, durante los cuales aprendí todo lo que pude sobre los edificios, teniendo en cuenta problemas tales como el balanceo de las torres a causa del viento y como llevar el cable de acero a través del vacío. Para lograr esta hazaña, utilizé un cable de 204 Kg y una barra de equilibrio de 8 metros de largo y 25 kilogramos de peso. El día antes del paseo, mi grupo y yo pudimos subir en un montacargas hasta el piso 104, llevando con nosotros el equipo necesario. Fuimos capaces de almacenarlo a tan solo diecinueve escalones de la azotea. Para poder pasar el cable a través del vacío usamos arcos y flechas. Primero disparamos un sedal y luego cuerdas cada vez más apropiadas para montar el aparejo que nos permitió tirar y tensar la cuerda de acero.
“El 7 de agosto de 1974, a las las 7:15 de la mañana, Philippe Petit, un joven equilibrista francés, entonces con 24 años, atravesó las torres del WTC sobre un cable de acero. Petit partió de la torre sur y cruzó ocho veces los 43 metros que separaban los dos edificios. En total fue una aventura de 45 minutos a más de 400 metros del suelo. Durante la proeza, además de caminar, Philippe se sentó sobre el cable, hizo una reverencia y charló con una gaviota que volaba sobre su cabeza.
Un sargento del departamento de la policía portuaria enviado para hacer descender a Petit, contó posteriormente: «Cuando nos vio, sonrió y comenzó a reir, iniciando una danza sobre el cable, y cuando casi llegó al edificio le pedimos que bajara, pero en lugar de eso dió media vuelta y corrió de nuevo hasta la mitad. Se balanceaba arriba y abajo. Sus pies realmente perdían contacto con el cable y volvían a colocarse de nuevo sobre este. Todos estábamos hechizados viéndole».
Petit fue advertido por su amigo en la torre sur que un helicóptero de la policía vendría a sacarle del cable. Había comenzado a llover y Petit pensó que ya había corrido suficientes riesgos, por lo que decidió entregarse a la policía que le esperaba en la torre sur. Fue arrestado nada más bajar del cable. La policía le esposó y empujó por las escaleras, algo que luego el acróbata describiría como la parte más arriesgada de su acto.
Su audaz actuación provocó titulares en todo el mundo. En 2008, el cineasta James Marsh rodó el documental «Man on Wire»”. Me preguntarán por qué lo hice: “Cuando veo tres naranjas, hago malabares. Cuando veo dos torres, las cruzo”.
Acabo de ver el documental que hicieron sobre esto y es increible. Lo que más me gustó es cuando describe que le preguntaban "Por qué lo hiciste" y él se reía
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