Con las siguientes palabras concluye Atilio Borón su artículo de ayer: “El pueblo griego, con su firme resistencia, demuestra estar dispuesto a acabar con un sistema que ya es inviable en el mediano plazo. Habrá que acompañarlo en su lucha y organizar la solidaridad internacional para tratar de evitar la feroz represión de que es objeto, método predilecto del capital para solucionar los problemas que crea su desorbitada voracidad. Tal vez Grecia, que hace más de dos mil quinientos años inventó la filosofía, la democracia, el teatro, la tragedia y tantas otras cosas, pueda volver sobre sus fueros e inventar la revolución anticapitalista del siglo veintiuno. La humanidad le estaría profundamente agradecida”.
Desde mi punto de vista, no existe historia más fascinante que la guerra entre mortales e inmortales descripta en La Ilíada, ni una continuación más perfecta como el eterno viaje amarrado entre los puertos de La Odisea, que la supera. No es preciso que los griegos inventen ninguna revolución anticapitalista para estarles profundamente agradecidos por Homero y los ídolos que perviven en sus poemas, mis héroes de infancia.
Dormiré a mis hijos contándoles las andanzas del invulnerable Aquiles hijo de Peleo, de Héctor hijo de Príamo, de Ulises hijo de Atreo. Los dejaré soñando con Helena la que huyó con Paris, con Palas Atenea diosa de la sabiduría que nació de un dolor de cabeza de Zeus, con Andrómaca la mujer del varón que defiende las murallas, con Penélope, con su telar de pretendientes y el canto de las sirenas. Con ambas aventuras aprenderán como yo a leer y a imaginar el mundo, el océano, la humanidad, sus múltiples deidades, sus batallas, sus caballos, sus héroes y heroínas.
Procuraré no estar como cuando chico, del bando europeo, y tal vez consiga su avidez lectora llevarlos también por la ruta que el menor de los príncipes troyanos trazó en su escapatoria a través del norte de África, La Eneida mediterránea que lo condujo hasta el Lacio, donde al final fue rey y antepasado de los pequeños hombres lobos que más luego fundaron Roma.
Me encargaré además –y mucho mejor que yo, confío en que lo hará la escuela– que sepan muy bien que sus venas están llenas de sangre americana. Sangre huarpe, quilmes, inca, maya, pipil, azteca, apache. Se enterarán que nuestros pueblos también inventaron la filosofía, el gobierno, el teatro y tantas otras cosas, como la astronomía que incumbe a la NASA, ese Caballo de Troya que tanto conmueve a Paenza.
Es decir que tendrán a mano el Popol Vuh, que en el idioma quiché guatemalteco todavía quiere decir “El libro de la comunidad”, y el Yerpún de los mapuches, o “Libro sagrado de las tierras del sur”. Juntos veremos mil veces “Danza con lobos”, y jugaremos a ser “Parada con un puño”, “Pelo al viento”, “Kevin Costner”, “John Dunbar”. Sabrán de nuestras grandes tragedias, de las que inventamos y de las que nos inventaron. Pero vaya si tendrán victorias en donde inspirarse para continuar luchando por las pipas de la paz y una su sociedad organizada sin distinción de clases, en completa armonía con la naturaleza. Tendrán a Charly Marx y a Charly García, a Roque Dalton y a Los Beatles, a Silvio y al Ché, al Flaco y a las Madres, a Cristina y Néstor, al PC de Agustín Tosco. Mas al momento de elegir a un valiente, ese será Marcelo Feito, porteño, metalúrgico, comunista, hincha de Independiente, quien a mediados de los ‘80 será encomendado por su dirección política para la hazaña de llevar la solidaridad argentina a combatir contra los yanquis y proyanquis de Ronald Reagan, allá en El Salvador, adonde encontrará a la guerrilla, la selva, la montaña, y el proyectil de su testamento como “Teniente Rodolfo”.
Cuando se nos llama a organizar la solidaridad con Grecia, yo me pregunto: ¿Y dónde está el llamado a organizar la solidaridad con Libia presa del mismo enemigo?
Las declaraciones de Atilio hacia el comienzo del ataque de la OTAN –junto a las de otros colegas suyos publicados en su blog, como Ignacio Ramonet– tendieron a solidarizarse con los “revolucionarios” rebelados contra Kadafi, el líder africano vapuleado para ideología hegemónica por los mismos medios de “conocimiento” que durante un siglo entero, y usando los mismos epítetos (tirano, dictador, terrorista, régimen) se encargaron de estigmatizar uno por uno a todos nuestros héroes desde la revolución rusa hasta ahorita, por no ir más atrás.
¿Es Muammar Kadafi un héroe? Lo es para millones de libios y africanos. Los de afuera son de palo.
¿Es el socialismo árabe igual al socialismo cubano? Lo que sé es que no tiene por qué serlo.
Resulta que los mismos que hablan de los derechos humanos en Cuba, que los mismos que invadieron y bloquearon a Cuba, son los mismos que bloquean e invaden Libia.
¿Adónde se congregan las marchas por Libia? ¿Adónde están los que se movilizan por Cuba, por los cinco, por Vietnam, por Santo Domingo y por Sri Lanka? ¿Adónde están los que acompañan a las Madres de la Plaza cuyos hijos fueron arrastrados de los pelos al infierno por el mismo enemigo? ¿Adónde están los que gritan “el que no salta es un inglés? ¿Adónde estuvo el esperado abril que dijera algo como “Las Malvinas son argentinas. Vivan los chicos que murieron en el sur. No a la base de la OTAN en nuestras islas. Fuera la OTAN de Libia”?
No hizo falta ser muy sabios para darnos cuenta desde un principio de qué iba toda esa campaña letal. Página 12, que desde el vamos apoyó la “zona de exclusión aérea para protección de la población civil”, empieza a descubrir entonces los “errores” de la OTAN. ¿Cómo los corrige? Poniéndose a difamar al gobierno de Siria.
Sépase que son los mismos poderes que derrumbaron las Torres Gemelas los involucrados en las matanzas de Siria. Pero Página 12 nos ilustra computando diariamente las “masacres” perpetradas por su mal gobierno.
¿Mal gobierno dije? Ya no es nuestro caso. Tenemos un buen gobierno en Argentina. Pero queridos compañeros zapatistas: absténgase porfa de conceder entrevistas a Página 12 y a todos los medios corpo y korporativos de nuestra pampa que, sin mediar un taco de crítica, informaron que el Grupo de Países de Latinoamérica y el Caribe apoyó la reelección del surcoreano muppet de los EEUU al frente de la ONU. Tenemos otros medios y redes de comunicación, y tendremos más y en mejores condiciones de hacer llegar vuestra palabra.
El maestro Atilio puede contar desde ya con nosotros para organizar la solidaridad internacional y tratar de evitar la feroz represión de que es objeto el pueblo griego. Pero en todo caso esa solidaridad tendrá que ser también y de manera urgente con Libia.
Con Libia, por su lucha de resistencia, he conocido mucho mejor el Mediterráneo cuyas olas se funden con el Egeo del prudente Ulises. Hoy ese mar donde alguna vez me bañé y frente al cual me emborraché en catalán, es más mío que nunca. Puedo tocarlo nomás con caminar unas cuadras hasta la reserva ecológica, porque las aguas de Poseidón están disueltas con mis aguas de plata.
Yo tengo el Mar Argentino. ¿El Mediterráneo? Ese mar es de los españoles, los tunecinos, los franceses, los argelinos, los italianos, los libios, los griegos, los turcos, los macedonios, los sirios. Ese mar es de Israel y Egipto, de Ra, de Cristo y de Jehová, pero no de Inglaterra, y mucho menos de los Estados Unidos o el Canadá, que con dos enormes océanos están más que hechos.
Muy interesados en los derechos humanos de los libios, los mismos gobiernos europeos que mandan sus cazabombarderos al otro lado del Mediterráneo están en su propia orilla mandando a la policía para apalear a sus pobladores indignados.
Y me pregunto: ¿Acaso no son esos mismos gobiernos que desocupan y apalean a su gente los que la exponen ante el peligro de ser retaliados desde las costas de enfrente?
Roque Dalton diría más o menos así:
El hecho es que los policías y los guardias de los gobiernos europeos
siempre vieron a su pueblo y a los pueblos árabes de allá para acá
y las balas y las bombas sólo caminaban de allá para acá
Que lo piensen mucho
que ellos mismos decidan si es demasiado tarde
para buscar la orilla de sus pueblos
Que lo piensen mucho
pero entre tanto
que no se muestren sorprendidos
ni mucho menos pongan cara de ofendidos
cuando algunas balas
comiencen a llegarles desde el lado del pueblo
o desde el otro lado del mar
donde segurián estando los mismos pueblos de siempre
sólo que a estas alturas ya vendrán de pecho
y trayendo cada vez más fusiles
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