jueves, 16 de junio de 2011

El plan para desestabilizar a Siria

por Thierry Meyssan

Las operaciones dirigidas contra Libia y Siria movilizan a los mismos actores y las mismas estrategias. Pero sus resultados son muy diferentes porque dichos estados no son comparables. Thierry Meyssan analiza este fracaso parcial de las fuerzas coloniales y contra-revolucionarias y prevé una nueva reacción en el mundo árabe.


El intento de derrocar al gobierno sirio es en muchos aspectos similar a lo llevado a cabo en Libia, pero los resultados son muy diferentes por razones sociales y políticas. El proyecto para romper estos dos Estados fue diseñado en mayo del 2002 por John Bolton, entonces subsecretario de Estado de Bush. Por lo tanto su aplicación por parte de Obama, nueve años más tarde, en el contexto del conflicto árabe, no está exenta de problemas.

Al igual que en Libia, el plan original era asestar un golpe militar, pero pronto resultó imposible por falta de los funcionarios necesarios. Según parece, un plan similar también había sido considerado para el Líbano. En Libia, el complot había sido descubierto y el Coronel Gaddafi arrestó el coronel Abdallah Gehan. En todos los casos, el plan original fue revisado en el contexto de la inesperada “primavera árabe”.

La acción militar

La idea principal era entonces causar problemas de una manera muy definida y proclamar un emirato islámico que pueda servir como base para el desmantelamiento del país. La elección del distrito de Dara se debió a sus fronteras con Jordania y los Altos del Golán ocupados por Israel, desde donde se podía aprovisionar a los secesionistas.

Un incidente que ha sido creado artificialmente fue la participación del estudiantado en las provocaciones. Pero dada la brutalidad y la estupidez del gobernador y el jefe de la policía local, cuando comenzaron las manifestaciones, los francotiradores contratados se posicionaron en los techos y empezaron a matar al azar tanto a los miembros de las fuerzas de seguridad como al público movilizado. Un escenario idéntico al utilizado para provocar la revuelta en Bengasi.

Al mismo tiempo se planearon enfrentamientos para asegurar una base de retaguardia en otras fronteras, en primer lugar en la frontera oeste con el Líbano y a continuación en la frontera norte con Turquía.

Las batallas se libraron mediante unidades pequeñas, a menudo compuestas por cuarenta hombres, mezcla de personas contratadas localmente y mercenarios extranjeros bajo las redes del príncipe saudí Bandar bin Sultan. Bandar estuvo en Jordania ajustando el inicio de las operaciones junto a los funcionarios de la CIA y el Mossad.

Sin embargo, Siria no es Libia y el resultado se ha invertido. En efecto, mientras que Libia es un estado creado por las potencias coloniales uniendo la Tripolitania, la Cirenaica y Fezzam, Siria es un país que a lo largo de la historia estas potencias coloniales fueron reduciendo a su mínima expresión. Libia es, naturalmente, presa de las fuerzas centrífugas de sus regiones, mientras que por el contrario Siria atrae a las fuerzas centrípetas esperanzadas en reconstruir la Gran Siria, que incluye Jordania, Palestina ocupada, Líbano, Chipre y parte de Irak. La población actual de Siria sólo puede oponerse a la partición propuesta.

Por otra parte, es verdad que se puede comparar la autoridad del coronel Gadafi y la de Hafez El Assad, el padre de Bashar. Ambos llegaron al poder en el mismo período y utilizaron tanto la inteligencia como la brutalidad para imponerse. En cambio Bashar nunca consideró tomar el poder o heredarlo. Aceptó la responsabilidad tras la muerte de su padre porque su hermano había muerto y porque sólo su legitimidad podía evitar una guerra de sucesión entre los generales de su padre. El ejército lo fue a buscar a Londres, donde ejercía la profesión de oftalmólogo de manera pacífica y era muy querido por el vecindario. Bashar es, sin duda, el líder político más popular en el Oriente Medio. Hasta hace dos meses era el único dirigente que viajaba sin escolta y no tenía ningún problema en bañarse entre las multitudes.

Bashar Assad y su esposa Asma en Paris

La operación militar para desestabilizar a Siria y la campaña de propaganda que la acompañó fue organizada por una coalición de estados bajo la coordinación de EEUU, exactamente igual que la OTAN coordinó a los miembros y no miembros de la Alianza para estigmatizar y bombardear a Libia. Como se señaló anteriormente, los mercenarios fueron proporcionados por el príncipe Bandar bin Sultan, quien posteriormente se ha visto obligado a emprender una gira internacional a Pakistán y Malasia para aumentar su ejército personal importado desde Manama hacia Trípoli. También se puede citar a título de ejemplo la instalación de un centro de telecomunicaciones en el Líbano.

Lejos de agitar a la población contra el “régimen”, el derramamiento de sangre ha provocado un renacimiento nacional en torno al presidente Bashar al-Assad. Los sirios son conscientes de que las manifestaciones son la punta de lanza para provocar una guerra civil. A las manifestaciones antigubernamentales asistieron entre 150.000 y 200.000 personas de una población de 22 millones de habitantes. En cambio, las manifestaciones a favor del gobierno convocaron multitudes como nunca se había visto en el país.

Las autoridades han reaccionado a los acontecimientos con serenidad. El presidente inició las reformas que quería llevar adelante desde hacía mucho tiempo y que la mayoría de la población desconfió por temor a la occidentalización de su sociedad. El Partido Baaz ha aceptado el multipartidismo. El Ejército no ha tomado medidas enérgicas contra los manifestantes, a diferencia de las afirmaciones de los medios de comunicación occidentales y saudíes, pero sí combatió a los grupos armados. Por desgracia, sus oficiales de alto rango entrenados en la URSS no se mostraron muy delicados a la hora de distinguir a los civiles atrapados en el fuego cruzado.

La guerra económica

La estrategia occidental-saudí ha evolucionado. Washington, advertido de que en el corto plazo las acciones militares no serían capaces de hundir al país en el caos, se decidió a actuar sobre la sociedad y a mediano plazo. La idea es aprovechar la política del gobierno de al-Assad y su intento de crear una extendida clase media –la única garantía efectiva de la democracia– para ver si es posible volver a esa clase media en su contra. Para ello debe provocar un colapso económico del país.

Aunque la principal fuente económica de Siria es su petróleo, el volumen de producción no es comparable a la de sus vecinos más ricos. Para la comercialización, es necesario tener activos en bancos occidentales que sirven como garantía para las operaciones. Congelar esos activos bastaría para matar al país. Por tanto, es necesario ensuciar la imagen de Siria e inducir a occidente a la necesidad de ejecutar “sanciones contra el régimen”.

En principio, la congelación de los activos requiere una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, pero esto es poco probable. China, que ya se vio obligada a renunciar a su derecho de veto en el ataque a Libia, bajo pena de perder su acceso al petróleo saudita, probablemente no se opondría a la misma. Sin embargo Rusia podría hacerlo, a riesgo de perder la base naval de su flota en el Mediterráneo o ver sus barcos ahogados en el Mar Negro, detrás de los Dardanelos. Para intimidar a Rusia, el Pentágono ha desplegado la USS Monterrey en el Mar Negro, pero como fuera, la historia ha demostrado que las ambiciones navales de Rusia no son realistas.

De todos modos, el gobierno de Obama puede revivir la Ley de Responsabilidad Siria del 2003, y congelar los activos de Siria sin tener que esperar a una resolución de la ONU y sin necesidad de someterlo a votación del Congreso. La historia reciente ha demostrado, sobre todo en lo que respecta a Cuba e Irán, que Washington puede convencer a sus aliados europeos para que coincidan con la toma de sanciones unilaterales.

Así que hoy el verdadero desafío es pasar del campo de batalla a los medios de comunicación. La opinión pública occidental es fácil de manipular puesto que no conoce gran cosa de Siria.

La guerra mediática

En primer lugar, la campaña de propaganda centró la atención pública en los delitos imputados al “sistema”, para evitar cualquier pregunta acerca de esta nueva oposición. Estos grupos armados no tienen nada en común con los manifestantes intelectuales que redactaron la Declaración de Damasco. Vienen de extremistas religiosos suníes. Estos fanáticos rechazan el pluralismo religioso en el Levante y sueñan con un estado a su medida y semejanza. Como son demasiado autoritarios, están luchando contra el presidente Bashar al-Assad porque es alauita, es decir, un hereje.

Por lo tanto, el anti-Basharismo se basa en una inversión de la realidad.

Por ejemplo, veamos el entretenido incidente producido con el blog “A gay girl in Damascus”, creado en febrero de 2011. Este sitio web fue publicado en inglés por una tal “Amina” y se convirtió en una fuente de gran parte de los medios de comunicación occidentales. Los autores describen allí lo difícil que es para las lesbianas jóvenes ganarse la vida bajo la dictadura de Bashar, y la terrible represión de la revolución en marcha. El blog conquistó la simpatía y la protección de los internautas occidentales que se movilizaron cuando allí se anunció que mujeres y homosexuales habían dido detenidos por los servicios secretos del “régimen”.

Sin embargo, resultó Amina que no existía. Atrapado por su dirección IP, se descubrió que un “estudiante” norteamericano de 40 años llamado Tom McMaster era el verdadero autor de esta farsa. Este estudiante, que se halla preparando un doctorado en Escocia, estaba presente en el congreso de la oposición pro-occidental realizado en Turquía, que pidió la intervención de la OTAN. Allí se encontraba Tom, obviamente, no como un “estudiante”.

Lo más sorprendente de la historia no es que los muy ingenuos usuarios de Internet creyeran las mentiras de los pseudo-Amina acerca de la lucha contra la discriminación y la movilización por las libertades civiles. En Siria, un país laico, la vida privada está santificada. La homosexualidad sólo está prohibida en los textos religiosos. Puede ser difícil convivir dentro de determinadas familias, pero no en la sociedad. Por el contrario, aquellos a quienes los medios de comunicación occidentales consideran “revolucionarios”, y que nosotros llamamos los “contra-revolucionarios”, son violentamente homofóbicos. Entre sus revolucionarias ofertas pretenden introducir el castigo corporal e incluso hasta la pena de muerte para castigar lo que llaman el “vicio”.


Este principio de inversión se aplica a gran escala. Recordemos los informes de las Naciones Unidas sobre la crisis humanitaria en Libia: “Decenas de miles de trabajadores migrantes huyen del país para escapar de la violencia”. Los medios de comunicación occidentales concluyeron que el “régimen” de Gadafi debía ser depuesto y era necesario apoyar a los insurgentes en Bengasi. Pero no era el gobierno de Trípoli el responsable de esta tragedia, sino los llamados “revolucionarios” de la Cirenaica que impulsados por una ideología racista salieron a la caza de los simpatizantes de Gadafi, tal que cuando los agarraban los linchaban por “negros”.

En Siria, las imágenes de los grupos armados apostados en los tejados disparando al azar, tanto de la mafia como de la policía se transmiten por la televisión nacional. Pero estas imágenes son tomadas por los canales de la Arabia Saudita y occidente para asignar estos crímenes al gobierno de Damasco.

En última instancia el plan para desestabilizar a Siria funciona imperfectamente. Puede haber convencido a la opinión pública occidental que este país es una dictadura terrible, pero el gobierno ha consolidado el apoyo de la gran mayoría detrás suyo. Eventualmente, esto podría llegar a resultar muy peligroso para los diseñadores del plan, incluyendo a Tel Aviv. Acabamos de asistir en enero y febrero del 2011 a un movimiento revolucionario en el mundo árabe, seguido en abril y mayo por un movimiento contra revolucionario. El péndulo todavía está en movimiento.

(Traducción: Google & JBE)

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