lunes, 21 de enero de 2013

Tatú



Había un compañero, Noé, que le decían «el siete vidas». Cuando el hombre se acerca al FMLN lo agarra la Policía de Hacienda y lo fusilan. Las balas lo traspasaron. Le aflojaron los mocos, como decimos. Después lo fueron a botar y de remate le pasaron con un camión por encima. Unas monjas lo recogieron por la mañana todo inflamado. Ellas lo curaron, y cuando estaba bueno se marchó para la montaña. El día que Noé llega a Guazapa nos cae encima un operativo del Ejército. Lo guardan en un tatú, escondido con los enfermos y los heridos. Los «tatú» eran unos refugios antiaéreos cavados en la montaña que habíamos aprendido a hacer en Vietnam. Les dejaron agua y comida para que no se movieran del lugar. Cuando más tarde escuchó la balacera en los alrededores se desesperó, se salió del hoyo y se fue a meter en el monte. Cuando regresó se encontró con que todos los que se hallaban en el hoyo estaban muertos. El Ejército había dado con el escondite y los habían asesinado a todos”.
 
(Del libro Canción a una bala, recuerdos de la Revolución Salvadoreña)
 
 

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