«La mayoría de sus contemporáneos creía, como
algunos hasta hoy, que toda especie animal existe en virtud de un acto
deliberado de la creación. Darwin dijo que no era así. Acumuló convincentes
pruebas circunstanciales de que todas las formas de vida de la Tierra han
evolucionado de otras que vivieron en un tiempo anterior, y de que estas habían
evolucionado a su vez de otras formas aún más tempranas. La cadena de la vida
se pierde en la lejanía de los tiempos hasta algún estado ancestral de la
materia, pululando furtiva en un estanque cálido. Cada criatura de nuestro mundo
está emparejada de uno u otro grado con las demás, según Darwin, por ser descendientes de antepasados
comunes. El ser humano es una más de dichas criaturas. También él ha
evolucionado de modos de vida más primitivos y sencillos, y no difiere de modo
fundamental de los demás animales de este planeta. El hombre –escribió Darwin– desciende
de un cuadrúpedo hirsuto y dotado de cola, probablemente arborícola»
Robert Jastrow, astrónomo
1984
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