De viaje hacia Noruega en julio del 2001 pasé por Londres, donde batí caminando en dos días un modesto récord de gastos turistas oblados a pura libra esterlina. Así llegué al caer la tarde y la lluvia de un jueves hasta los jardines de Kensington, en Hyde Park. Cerca de ahí vivió en la primer mitad del siglo XX el escocés James Matthew Barrie, quien paseando por el parque se inspiró para escribir Peter Pan, la obra sobre el país de nunca jamás y el muchachito que se negaba a crecer, estrenada en el Teatro del Duque de York allá por diciembre de 1904. La estatua fue también idea suya y está emplazada en el sitio desde 1912. Cien años tiene.
Hecho el comentario, paso al
título del post. Me niego a crecer, exacto. Entre ustedes y yo hay mucho en común,
incluido ese deseo, el tiempo que nos tocó, el único nuestro. Es verdad, muchos
de ustedes tienen los hijos que yo todavía no tengo –pero que también son míos–
quienes se negarán igualmente a su debido tiempo. Escúchenmé, porfa. Soy el
peor de todos y todas, pero dios quiere que les enseñe a volar, cosa que yo
solito no puedo. Yo soy el hombre de bronce. Ningún mesías. Ni más ni menos que
un buen compañero de juegos.
PD: Como seguía lloviznando sobre London, tomé empapado la foto cubriéndola con un ejemplar del Times de aquel día
PD: Como seguía lloviznando sobre London, tomé empapado la foto cubriéndola con un ejemplar del Times de aquel día
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