lunes, 25 de marzo de 2013

Jugo de Calloni



(Extracto de Una mirada responsable al nuevo Papa, la carta que Stella Calloni enviara la semana pasada a Cuba Debate, dirigida en realidad a todas y todos nosotros -con mucho cariño- y colmada de elegantes cachetazos para la incorregible trosketa y el vendedor de datos -y aguafiestas-Horacio Verbitsky)



Queridos compañeros:

… Es urgente y necesario que nuestros planteos sean seriamente políticos, ideológicos. Es lamentable que la izquierda esté a la espera de ¿qué va hacer el papa? Simplemente tenemos que preguntarnos qué vamos a hacer nosotros. Porque somos nosotros, los que nos dividimos en pedazos por vanidades, egocentrismos, intolerancias impensables en un verdadero hombre de izquierda, los que debemos pensar qué vamos a hacer. En el período histórico donde hace falta toda la mejor inteligencia de izquierda, nos estamos dedicando a destruirnos entre nosotros, en el mejor de los casos, porque en el peor lo que sucede es que estamos ayudando mucho al enemigo que viene por nosotros.

No es posible que se hable de todo con tanta liviandad. Hay que preguntar. Hay que tener pruebas de lo que se dice o al menos una constatación seria. Hay reacciones que a veces ni siquiera tienen una razón ideológica sino un enfrentamiento personal, un encono o una obsesión. Si somos serios, consecuentes y verdaderamente mejores seres humanos, “hombres nuevos” que debemos ser como decía el Che no podemos falsear la realidad, porque nos conviene partidaria o ideológicamente. Nada conviene más que la verdad. Nada enseña más a una creación teórica dialéctica, siempre renovada, enriquecida, que la realidad.

Simplemente compañeros les pido que reflexionemos sobre lo que nos está pasando. En el momento en que tenemos que estar más unidos que nunca estamos cavando pozos para desmoronar gobiernos, junto a la derecha, tirando el muro sobre nuestras cabezas, en lugar de ser si es necesario una oposición clara, consciente, crítica pero decente. DECENTE EN NUESTRAS APRECIACIONES, COMENTARIOS. Y mientras tanto no estamos construyendo nada, no estamos construyendo alternativas. En los últimos tiempos, ha habido críticas absurdas de alguna izquierda a Venezuela, a Cuba, a otros gobiernos. Se hace como desde una izquierda radical, que termina caminando por las calles de América Latina con la derecha. Estamos viendo en Argentina, que algunos sectores que se declaran revolucionarios y de izquierda se alían con las más enconada y brutales derechas. Eso no puede ser. Se puede ser opositor a un gobierno, pero un opositor de izquierda debe hacer críticas constructivas. NO convertirse en un traidor a sus ideas y principios para ganar como sea. Es mucho lo que hay que hacer, en principio pelear con convicciones, pero con verdades, con ideología no con falsedades que nos hacen daños a todos los que queremos un mundo nuevo.

Si un gobierno hace alianzas con sectores de derecha, por ejemplo, ¿cómo puede ser una respuesta de una izquierda crítica hacer lo mismo?

Hemos perdido la brújula de la estrategia necesaria, y llega un Papa que les resulta a muchos analistas de bolsillo “un peligro”, porque auténticamente ha trabajado en villas miserias, con los pobres, denunciado la pobreza una y otra vez, en todos los gobiernos. Lo hizo en silencio y ahora muchos lo descubren. Y así fue. Aunque pueda no gustarnos. Y por supuesto que con los pasos que va dando es seguro que recuperará mucha gente para su Iglesia. Y seguramente le temen los que no son capaces de caminar nunca junto a los pueblos, los que dicen amar a Cuba, a Fidel a Venezuela, a Chávez, pero nunca se acercan a tocar los dolores de sus pueblos, como ambos hicieron.

Chávez nos ha dejado un ejemplo de cómo se trabaja con los pueblos, con “la masa” palabra que por cierto quita belleza a lo colectivo. ¿Qué tal si empezáramos por ser un poco más humildes y respetuosos de los otros? ¿Qué tal si nos despojamos de la idea de ser siempre ganadores como si estuviéramos en la peor competencia capitalista? ¿Qué tal si ganamos compañeros por el ejemplo, la conciencia y no por consignas vacías?, ¿Qué tal si dejamos de hacer creer que somos los verdaderos representantes del pueblo, cuando el pueblo que decimos representar no nos conoce?

Son otras armas las nuestras, no la desacreditación, la acusación grosera y grotesca. No la mentira o la desinformación. Tenemos cómo hacerlo. Empecemos nosotros también el cambio para enfrentar con responsabilidad los desafíos del futuro. Con responsabilidad y respeto por nosotros mismos.

Un abrazo
Stella

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