Cristóbal era un talentoso y versátil
atleta. El papel de Superman era más que un desafío para cualquier actor, sobre
todo para uno tan joven, pero él tenía la altura, los ojos y la facha que el
personaje requería. Sin embargo estaba como medio delgado para la maza heroica necesaria.
Se negó a usar músculos truchos bajo el traje, lo cual era una posibilidad de
la cual después echaron mano actorazos sin gran contextura física como Michael
Keaton, Val Kilmer, George Clooney y Christian Bale para encarnar Batman. Cristóbal
prefirió abocarse a un régimen de dos intensos meses de entrenamiento supervisados
por el ex campeón de pesas británico David Prowse, ni más ni menos que Darth Vader,
el supremo villano de La Guerra de las Galaxias. Sí, ese mismo.
La rutina consistía en correr por
las mañanas, dos horas de gimnasio y noventa minutos en la cama elástica. Con
sus pausas. (No se me atore de sesiones, compa. Piense en sus codos, rodillas,
tobillos, cintura y cogote. Ni hablar sus muñecas. Cuide a sus muñecas; sea
feminista) También duplicó la ingesta de alimentos, basados estos en una dieta
altísima en proteínas. Ergo: bifes de chorizo y huevos a lo Rocky.
La balanza indicaba 86 kilos al
principio. Al completar el proyecto, Cristóbal había ganado treinta libras (14 kg ) de músculo. Por lo
tanto: Súperman pesa exactamente 100kg. Como uno.
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