Carlos Alberto Rufino nació en
Buenos Aires en la primavera de 1947, y al llegar a la juventud de la vida su
nombre florecerá como músico bajo el pseudónimo de «Machi». Sostenidas por la longilínea gravedad
de sus cuatro cuerdas orbitan dentro del cosmos discográfico nacional una
galaxia de canciones esenciales. Todas las de «Invisible», por ejemplo, las de A
18 minutos del sol, Mondo di cromo.
Recomiendo mirar la entrevista que Rolando
Graña le realizó por América 24 para el ciclo Tres Fotos. Hay ahí una clase magistral
de historia, cultura, composición, trabajo grupal. Una clase magistral de hombría.
Una clase magistral de humanidad.
Averiguando si el programa se
hallaba ya subido a la web, descubrí que la gente de Revista Hamartia le realizó
un reportaje similar, cuyo extracto puede verse a continuación de la letra de Pleamar
de Águilas, escrita por el Flaco, cantada por Machi, concebida en el álbum
Durazno Sangrando.
Esta entrada está dedicada a él y
a su hija, María Laura, que vive en lo más profundo de su corazón, cerquita del
sol, de mañana, llegando al cielo.
Cuento las estrellas
en el libro que un Dios me dejó
cuento bien las horas
todo tiempo me disparará
lejos de aquí
atrás del mar
donde la materia es luz y nada
más
De allí zarpa el barco lento
pleamar
con el sol a barlovento
pleamar
pleamar
pleamar de águilas
Capitán busco los vientos
antes de llorar
Capitán conserva el rumbo
antes de soñar
Llega pronto pronto a tierra
como el cormorán
si las águilas se esfuman
amanecerá
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